Presupuestos sietemesinos
Es necesario desbloquear la situación política en Catalunya para que los beneficios de la recuperación económica lleguen a los de abajo
El Consejo de Ministros remitirá el martes los presupuestos generales del Estado a pesar de no tener el apoyo parlamentario necesario para que sean aprobados. Para ello sería necesario que la situación en Catalunya se normalizase y se dejase de aplicar el artículo 155 de la Constitución. Sólo eso permitiría que los decisivos cinco votos del PNV contasen a favor. El nuevo choque de trenes producido por la candidatura exprés de Jordi Turull no favorece un desbloqueo. Pero como dijeron hombres tan sabios como Aristóteles, Maquiavelo, Bismarck o Churchill, “la política es el arte de lo posible”.
Delo que no hay la mínima duda es de que a todo el mundo le interesan que se aprueben, aunque sean unos presupuestos sietemesinos, ya que sólo se aplicarían en la segunda mitad del ejercicio. Es decir, nacerían con muchas secuelas y una gran fragilidad. Pero lo importante es que despejarían el futuro inmediato, nosólo en Catalunya sino también en España.
Mantener prorrogados los presupuestos es un desastre para una buena parte de la población: no subirían las pensiones ni el salario de los funcionarios. Tampoco ha- bría más dinero para las autonomías ni para los ayuntamientos. No se mejorarían las becas, ni se incrementarían las inversiones públicas, ni las dotaciones para sanidad, educación o dependencia. Dicho de otra manera, la única vía para que los beneficios de la recuperación económica lleguen a toda la sociedad es aprobándolos cuanto antes.
Para lo único que sería útil una prórroga presupuestaria sería para reducir el déficit público. Menos gastos y más ingresos. Hay que tener en cuenta que para este año se espera un incremento de la recaudación por el efecto de la recuperación económica de 20.000 millones de euros. Pero el precio que pagar sería demasiado alto. La población está harta de los políticos porque crean problemas donde no los hay. Esta desafección resulta muy peligrosa para la democracia. La percepción ciudadana, según reflejan los sondeos de opinión más cualificados, es que se han convertido en uno de los principales problemas después del paro y de la corrupción.
Pero lo másimportante de aprobar los presupuestos es que garantiza que no habrá elecciones anticipadas en España ni en Catalunya. Es decir, que se agotará la legislatura. Para todos los partidos políticos no se trata de una cuestión menor. La acumulación de elecciones en el 2019 –municipales, autonómicas y europeas–, más las que se han producido en el pasado por repetición de los comicios ante la incapacidad de los políticos electos de ponerse de acuerdo les han dejado económicamente tiesos. Ya no pueden re- currir a la financiación ilegal sin que se les note, por lo que no les queda más remedio que entenderse y volver a llenar la caja.
Tal vez estos presupuestos no resulten los mejores, pero sirven para salir del paso. Es cierto que la provisionalidad se ha instalado en nuestras instituciones como reflejo de una sociedad dividida por la mitad, como es el caso de la catalana. Pero todos, incluida la judicatura, deberían hacer un esfuerzo de realismo para poder superarla.