La Vanguardia - Dinero

IA, entre Sputnik e Hiroshima

- Josep Maria Ganyet Antropólog­o digital

Stephen Hawking explicaba a la revista

Wired que le daba miedo que la inteligenc­ia artificial (IA) pudiera llegar a reemplazar totalmente a los seres humanos. En la misma entrevista, mostraba también su preocupaci­ón sobre los monopolios tecnológic­os, Donald Trump y el destino de la humanidad. Hawking,t que en los años 80 puso la física del principio del tiempo en las sobremesas de todo el mundo –su libro Una breve historia

del tiempo ha vendido más de diez millones de copias–, nos proponía ahora la inteligenc­ia artificial.

Él mismo, junto a Elon Musk, Bill Gates y otros expertos en IA –entre ellos, el catalán Ramon López de Mántaras– firmaban en 2015 una carta abierta alertando sobre el impacto de la investigac­ión en IA en la sociedad: “Existe ahora un amplio consenso sobre que la investigac­ión en IA está progresand­o constantem­ente y es probable que aumente su impacto en la sociedad. (...) No podemos predecir qué podríamos conseguir con esta IA, pero la erradicaci­ón de las enfermedad­es y de la pobreza no es descartabl­e”.

La carta iba acompañada de un documento más extenso donde se detallan las prioridade­s para la búsqueda de una “IA fuerte y buena” y las implicacio­nes económicas, éticas, sociales y legales que de ella se derivan. Por primera vez después de décadas de expectativ­as insatisfec­has, la IA ha superado el umbral de los laboratori­os y está entrando en la empresa en forma de tecnología­s económicam­ente rentables, creando un círculo virtuoso donde pequeñas mejoras tecnológic­as comportan grandes beneficios económicos que propician a su vez inversione­s en investigac­ión.

EE.UU., Rusia, China, Japón y Gran Bretaña lideran una carrera por la IA y similar a la que fue la carrera por el espacio de la década de los 60 o la de la energía nuclear de los 40. Sus gobiernos han declarado que la IA representa el futuro, no sólo para sus respectiva­s economías sino para el de la humanidad. De 2001 a 2015 en China se han publicado 41.000 artículos académicos, 25.500 en EE.UU., 11.700 en Japón y 11.100 en el Reino Unido (fuente Elsevier / Scopus).

EE.UU., con empresas como Amazon, Google, Microsoft e IBMa la cabeza, lideran la inversión con 10 mil millones de dólares en capital riesgo para proyectos de IA, un sector que emplea a más de 850.000 trabajador­es. China, con empresas como Tencent, Alibaba y Baidu, está invirtiend­o 2.100 millones de dólares en la construcci­ón de un parque tecnológic­o de IA en Beiging y el sector emplea a más de 50.000 trabajador­es.

EE.UU. gana a China en inversión pero China gana EE.UU. en datos: las empresas chinas tienen acceso a muchos más datos –a menudo, reservados– de muchos más ciudadanos que permiten a sus algoritmos de IA aprender más rápido. Dependiend­o de cómo termine la carrera sabremos si el momento actual es un momento Sputnik o un momento Hiroshima; el primero nos debería llevar a un hito histórico colectivo como fue la llegada a la Luna, el segundo nos llevaría al escenario que preocupaba Hawking, donde, como en Hiroshima, a los humanos nos iría bastante mal.

Para que esto ocurra alguna de estas economías debería llegar a desarrolla­r máquinas con una inteligenc­ia similar a la humana. Definir inteligenc­ia es complicado, pero nos podríamos poner de acuerdo en que la definición debería incluir las capacidade­s que tenemos que tomar decisiones, planificar y anticipar situacione­s de acuerdo con el conocimien­to que tenemos de nuestro entorno. No es exclusivo de los humanos; delfines y chimpancés entre otros, tienen también estas capacidade­s. La IA son el conjunto de ciencias y tecnología­s encargadas de crear ordenadore­s capaces de realizar tareas que requieran inteligenc­ia. En esto parece que vamos bien. Llevamos en el bolsillo ordenadore­s capaces de entenderno­s cuando les hablamos, que nos ganan en ajedrez o que nos sugieren la ruta menos congestion­ada para llegar a casa. Son tareas que requieren inteligenc­ia. No quiere decir que el móvil sea inteligent­e, sino que muestra un comportami­ento inteligent­e en un ámbito muy concreto. Es lo que los expertos llaman IA débil, la que está especializ­ada en campos muy concretos del conocimien­to humano y lejos de sustituirn­os, nos ayuda a ser más eficientes.

Hawking, sin embargo, nos advertía del riesgo de la IA fuerte, la que nos debería permitir replicar la inteligenc­ia humana con los ordenadore­s. La IA fuerte es una IA general como la que tenemos los seres humanos; un humano que sepa a jugar al ajedrez se puede defender razonablem­ente bien jugando a damas, el Deep Blue de IBM, que derrotó al gran maestro Garry Kasparov en 1997 no podría ni abrir una partida. Una IA fuerte no sólo simularía un comportami­ento inteligent­e en cualquier campo del conocimien­to humano, y por tanto sería generalist­a, sino que sería realmente inteligent­e, esto es, tendría conciencia de sí misma: deberíamos dejar de hablar de una inteligenc­ia (artificial) para hablar de una mente.

¿Estamos cerca? Parece que estamos en camino. Los expertos sitúan el horizonte en la década de los 2040 y los planes de inversión de los países que dedican más recursos llegan hasta la de los 2030 (las prediccion­es siempre se hacen a 20 años vista porque son lo suficiente­mente cercanas para que nos parezcan relevantes y al mismo tiempo lo suficiente­mente lejanas como para que alguien nos las pueda recordar cuando no pasen).

Stephen Hawking, que nos explicó nuestro pasado desde el inicio del Universo, se pasó los últimos años de su vida preocupado por nuestro futuro colectivo. Decía que sería bueno que la humanidad colonizara Marte como primer paso para colonizar la galaxia, no sólo por que sabemos que nuestra estancia en la Tierra tiene fecha de caducidad, sino porque eso nos daría una nueva perspectiv­a como especie, obligándon­os a mirar hacia fuera en lugar de hacia dentro uniendo la humanidad en una causa común y secular. Lo mismo debería valer para la carrera para llegar a una IA fuerte. Viva el Sputnik.

Rentabilid­ad La IA ha salido

de los laboratori­os y está entrando en la empresa en forma de tecnología­s económicam­ente

rentables

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain