Una tenue luz al final del túnel
El mercado acoge expectante los primeros pasos para la normalización institucional de Catalunya
La retirada del 155 era indispensable para el Gobierno: aprobará presupuestos y puede terminar la legislatura
A pesar del ruido mediático y político provocado por el nombramiento deQuimTorracomopresident, los mercados ni se han inmutado. Al contrario, las elites económicas lo han acogido con una enorme expectación, en la medidaenquesuponeunpasohaciala normalización institucional.
Esto no significa que no haya grandes retos que afrontar. El hecho que el nuevo gobierno nazca hipotecado por un partido antisistema como la CUP es un hándicap. Perolorelevante es quedespuésde cuatro mesesdebloqueo, la legislatura ha echado a andar. Por primera vezsevislumbraunatenueluzal final del túnel. Tanto el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como el nuevo president de la Generalitat, Quim Torra, hablan de diálogo. Éste último se ha comprometido a gobernar para todos y ha pedido perdón por los excesos dialécticos cometidos en el pasado. Es un comienzo.
Los analistas financieros coinciden en que los mercados creen que noexiste riesgo dequeseproduzca un enfrentamiento social y apuestan porque el conflicto se encauzará por vía políticas. El hechodeque se mantenga la confianza de los inversores internacionales en Catalunya y en España así lo pone de manifiesto. El dato objetivo es que el impacto del conflicto catalán sobre la economía sigue siendo prácticamente nulo.
Por tanto, habría que expurgar el trigo delapaja. Si la política es el arte de hacer posible lo imposible, es exactamente lo que se ha producido en Catalunya en los últimos días. Parecía que la única opción era unanuevaconvocatoriaelectoral peroeseescenario se hasuperado. De nuevo el presidente vasco, Iñigo Urkullu, ha jugado un papel determinante.
Al margen del ruido mediático y de la crispación política que flota en el ambiente, los datos objetivos son los siguientes: en Catalunya habrá un gobierno legal en los próximos días que reflejará los resultados de las elecciones del 21-Ddel 2017 y esto supone el fin de la provisionalidad.
Porconsiguiente, finalizará la intervencióndelEstadoenelautogobierno de Catalunya, dado que se derogará de forma automática la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Este era un requisito indispensable para dar luz verde a los presupuestos generales del Estado para el 2018. Como consecuencia deello, el GobiernodeMa- drid podrá terminar la legislatura.
Además, la normalización institucional de Catalunya es el primer paso para que independentistas y constitucionalistas empiecen a hablar. De esta manera, se abre la posibilidad de encontrar soluciones diplomáticas a la situación del expresidente Carles Puigdemont y de otros políticos fugados o en prisión. Con ello se daría satisfacción a las discretas demandas solicitadasporlosgobiernoseuropeosque observan con preocupación la deriva del caso catalán. Nadie desea unconflictoqueespotencialmente peligroso para la cohesión europea y menos aún en un momento en que los partidos populistas y antieuropeos han logrado alcanzar el poder en Italia.
Otra pieza del puzle que vivimos y que se ha encajado en los últimos días es el acercamiento institucional entre PP y PSOE. Era absurdo que los dos grandes partidos constitucionalistas no pudieran ni siquiera “sentarse juntos”. Discretamente se ha abierto un escenario de negociación y acuerdo en los grandes temas de Estado que estaban bloqueados desde el 2016, entre los cuales se encuentra la renovación y reequilibrio del poder en las instituciones.
Estaversiónoptimistadelosúltimos acontecimientos puede chocar con las palabras y los gestos del nuevo president de la Generalitat, Quim Torra. Sin embargo, nadie puede olvidar que ha hecho el único discurso quepodíahacer, yaque su nombramiento dependía exclusivamente de los radicales de la CUP. Pero una cosa es lo que se dice y otra muy distinta lo que se hace. La raya roja está en el cumplimiento de la ley y de la Constitución. Losmásinteresadosenacatar esta condición son los dirigentes independentistas para recuperar la legitimación internacional que han perdido. Por tanto, sus declaraciones subidas de tono hay que interpretarlas comounaarenga dirigida a amansar a sus bases.
En este panorama, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que ya se imagina en la Moncloa, trata de sacar ventaja electoral con un dis- curso radical para atraer a los votantes más conservadores del PP. Paradójicamente esta estrategia está colocando a Mariano Rajoy cada vez más en el centro político. En los círculos de poder económico se considera arriesgado dar ya por muerto al viejo bipartidismo PP-PSOE. Peroapesardeloquedicen las encuestas, aún falta un año para las elecciones municipales y autonómicas, que marcarán la senda hacia las generales.
Queda mucho partido por jugar. En cualquier caso, todo parece indicar que en este momentolasuma PP-Csobtendría mayoríaabsoluta, mientras que la suma PSOE-Podemosquedamuylejos de formar gobierno.