Art Basel 2018
La feria se tilda de repetitiva, pero cada año hay propuestas artísticas de impacto
Esta ha sido la semana de Art Basel, la madre de todas las ferias, un imperio con ramificaciones en Europa, América y Asia que lidera desde 1970 el gran momento del año del mercado del arte. Asistir es una experiencia única muy recomendable, y no solamente porque acoge 300 de las mejores galerías del mundo de moderno y contemporáneo en todo tipo de formatos ( unlimited, filme, statements...), sino porque, más allá de que es mercantil, convierte la ciudad suiza en una fiesta para disfrutar de grandes propuestas artísticas. Este año es excepcional la muestra de Giacometti y Bacon en la Fundación Beyeler, o la de Bruce Nauman en Schaulager, que, sumada a las diferentes propuestas de las ferias satélite de la ciudad como Liste, Scope, Photo Basel o Volta, hacen que sea todo un placer para la mirada.
Con casi 50 años de historia, se tilda la feria de repetitiva. Ciertamente, con los años uno sabe ya cómo está organizada, pero no se puede negar que las propuestas artísticas sorprenden en cada edición. Como la instalación este año de pilas de áridos en la Messeplatz de la española Lara Almarcegui.
La feria está claramente dominada por los grandes artistas americanos de post-war y por nuevas obras de algunos de los artistas emergentes más hot del mercado. Desgraciadamente, algunas de las mejores obras llegan a la feria prevendidas, y por los artistas que el mes pasado hicieron buenas cotizaciones en las subastas, con los nuevos precios establecidos.
Por muchas razones, a la feria se la ha ido calificando de excesivamente elitista. Solamente hacía falta ver la cola para entrar de supercoleccionistas poseedores de la tarjeta VIP first choice. Por eso han inventado un nuevo programa, VIP Weekend, pensado específicamente para aquellos coleccionistas medios, muchos de ellos profesionales liberales, que durante la semana de Basel les toca trabajar y por este motivo les preparan una experiencia VIP para el fin de semana.