Barcelona pierde la chispa
La ciudad intenta recuperarse de un año marcado por el atentado y la inestabilidad
Después de vivir los meses más difíciles de su historia reciente, que arrancaron el pasado mes de agosto con el atentado en la Rambla, Barcelona intenta recuperar su ritmo. La afluencia de viajeros, el gasto en compras y restaurantes, las reservas hoteleras... toda actividad relacionada con la llegada de visitantes, tanto extranjeros como domésticos, se ha resentido en el último año. El atentado de la Rambla del 17 de agosto se sumó a los problemas de los controles de seguridad en el aeropuerto de El Prat, que se prolongaron durante todo el verano, y el otoño estuvo marcado por la tensión política conel1-Ocomo punto álgido. Por no mencionar los brotes de turismofobia. “La ciudad ha sufrido varios impactos negativos en un periodo de tiempo muy corto que, en combinación, le han hecho perder atractivo para los visitantes”, resume Pau Guardans, vicepresidente de Barcelona Global, un think tank que impulsa el posicionamiento internacional de la capital catalana.
El sector hotelero, que sorteó sin gran esfuerzo los efectos de los atentados, registró fuertes caídas en las reservas en el último tramo del 2017 y todavía no se ha recuperado. “Aunque el impacto ha sido más importante en los establecimientos de gama alta, al sector hotelero le está costando recuperarse, y este 2018 las cifras están claramente por debajo de los datos del 2016 y el 2017 y más próximos al 2015”, apunta Guardans, también propietario del grupo Unic oH otels, con un establecimiento de cinco estrellas en el centro de Barcelona. Según los datos del IN E, las pernoctaciones en hoteles de la ciudad cayeron un 4% en la Semana Santa (tomando datos bimensuales de marzo y abril para evitar la distorsión del calendario).
Según apunta Manel Casals, director general del Gremi d’Hotels, las caídas en la facturación del último tramo del 2017 se situaron entre un 10% y un 15%. Aunque no se han terminado de recopilar los datos del primer semestre, la sensación que transmite el sector “es que no ha mejorado”. Casals, no obstante, no limita la crisis al último año y habla de un daño más profundo .“Cuando por parte de la Gener ali tatsetra bajan leyes para que los ciudadanos puedan alquilar habitaciones en sus casas y se frena la apertura de hoteles de lujo como el Four Seasons o el Hyatt, está claro que algo nova bien, que no estamos priorizando el turista de calidad frente al masivo”, concluye.
Los resultados del sector comercial también se han resentido de la pérdida de visitantes, sobretodo en áreas muy dependientes del turismo como el centro de la ciudad. “Ha caído tanto el tráfico de compradores como el ticket medio”, resume Gabriel Jené, presidente de la asociación Barcelona Oberta, que agrupa los ejes comerciales de las principales zonas turísticas. Pa- ralelamente a la caída del número de visitantes, hay ejes comerciales como el Born, antaño una de las joyas del retail en el casco histórico dela ciudad, quesufren la degradación por falta de atención y mantenimiento por parte del Ayuntamiento. “Hasta ahora, el turismo no se ha considerado estratégico por parte del nuevo gobierno municipal”, resume. El turismo suponeentreun15% yun17% del PIBde la ciudad, al que hay que sumar parte del 12% que aporta el comercio, muy por encima del 15% del PIBqueaporta al total del mercado español. Esta falta de implicación, asegura Jené, agrava problemas como el fenómeno del top manta o la falta de brillo de las últimas campañas navideñas, momento clave para el sector comercial.
“Nadie duda del gran potencial de Barcelona como destino, un potencial que sigue ahí, pero existe la sensación de que la ciudad necesita un nuevo impulso para mantenerse en la liga de las ciudades de referencia a nivel global”, argumenta Guardans, que avisa de los riesgos de la falta de inversión y proyecto. “París ha tardado tres años en recuperar niveles previos a los atentados después de grandes inversiones en promoción”, apunta el empresario hotelero. Además, destaca la fuerte competencia de otros destinos urbanos como Málaga o València, que en los últimos dos años han mejorado su posicionamiento gracias a la implicación de las administraciones.
“No se ha hecho nada más de lo que se estaba haciendo anteriormente; no se ha aumentado el presupuesto de promoción del destino y ni siquiera se invierte en campañas la totalidad de la tasa turística, como se había establecido”, destaca Gabriel Jené desde Barcelona Oberta.