La universidad catalana reclama más autonomía y poder de decisión
Los rectores coinciden en que el actual modelo universitario está caduco y reclaman una mayor financiación para adaptarse a los nuevos retos
El sistema universitario está necesitado de un cambio de fase urgente. Cambios transformadores para afrontar la incertidumbre de un futuro con nuevas titulaciones adaptadas a las demandas reales de la sociedad. Es clave para ello mantener el sistema de éxito de las universidades catalanas sucumbiendo a la tentación de llevar a cabo una transformación profunda en el modelo. Dotar a las universidades de plena autonomía de gestión para poder impulsar un sistema con mayor versatilidad, sin descartar modelos de colaboración público-privada es una de las conclusiones a las que llegaron los Encuentros en La Vanguardia en los que se analizó el devenir del progreso desde el punto de vista de uno de sus principales motores: la universidad.
En los Encuentros “Universidad, sociedad y futuro” participaron los rectores de cuatro universidades catalanas. El doctor Joan Elías, rector de la Universitat de Barcelona (UB); la doctora Margarita Arboix, rectora de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB); el doctor Francesc Torres, rector de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y el doctor Jaume Casals, rector de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Actuaron de anfitriones Javier Roglá, director global de Santander Universidades y Universia, junto a Pere Guardiola, director General Comercial de Grupo Godó.
Todos los rectores coincidieron en que el problema más grave de las universidades en la actualidad es “la falta de recursos” como señalaba Joan Elías. La media de inversión española en la enseñanza superior es un 0,60% del producto interior bruto (PIB), mientras que en países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OC-
La media de inversión universitaria en la OCDE es del 1,32% del PIB, mientras que en España es del 0,96% Las universidades catalanas huyen de un modelo único y apuestan por la libre especialización Por cada euro que se invierte en una universidad la sociedad recupera cinco euros Jaume Casals Rector de la Univesitat Pompeu Fabra “La ciencia no debe estar condicionada por la administración, debe ser libre, de lo contrario no habrá progreso científico” Javier Roglá Director global de Santander Universidades y Universia “Las universidades deben ser dotadas de autonomía y afrontar con valentía los cambios estructurales profundos”
DE) es más del doble, hasta alcanzar el 1,32%. “En Catalunya deberíamos llegar a los mil millones para las universidades”, reclamó el rector de la UB.
La falta de financiación es un lastre que, sin embargo, no ha podido acabar con el modelo de éxito de las universidades catalanas. “Con una décima parte de los recursos, nuestras titulaciones están en los primeros lugares de los rankings internacionales”, detalla Francesc Torres, que sugirió que “deberíamos estudiar qué ha llevado a Catalunya a tal nivel de excelencia”. En otro orden, el rector de la Politécnica apostaría por “orientar mejor a nuestros titulados”.
Ante el agotamiento del modelo “debemos generar nuevas competencias para generar emprendedores”, proponía el rector de la UPC. Un emprendimiento en el ámbito social que debería enfocar a un nuevo modelo económico. El problema, asegura “viene de origen” ya que la oferta de plazas en las universidades “no tienen nada que ver con las necesidades del mercado laboral”.
Para Margarita Arboix “existe un problema con la innovación” ya que el futuro pasa por la “digitalización y las nuevas tecnologías”. Muchas de las especialidades que ahora se imparten “dejarán de existir”. La robótica ocupará una parte importante de las labores rutinarias, con lo que los futuros profesionales deberán ser más creativos frente a un elevado grado de preparación tecnológica. “Los nuevos trabajos requerirán altos niveles de percepción, manipulación y creación”.
Suscribió Jaume Casals, rector de la UPF que “tengamos un sistema de éxito no quiere decir que no precise reformas”. El intervencionismo de la administración es tan elevado -coinciden los cuatro rectores- que somete a los gestores a un “encorsetamiento” complejo y burocrático. “Disponemos de pocos fondos y mucha estructura”, resumía, defendiendo la necesidad de imponer “una concepción muy distinta de la autonomía universitaria”. Por ello sentenciaba que “la ciencia debe ser libre, de lo contrario no habrá progreso científico”.
Es preciso dotar de mayor autonomía a las universidades, aunque manteniendo cierto grado de fiscalización. La rigidez del modelo de las titulaciones, excesivamente reguladas y sin recursos, para Javier Roglá “es una incoherencia” que debe permitir poner sobre la mesa “cambios estructurales”. Es preciso dotar de libertad a las universidades y eliminar el exceso de regulación. Un cambio del que ya hay ejemplos de éxito, como el que citó el director de Santander Universidades, “el de la Rovira i Virgili de Tarragona” que ha adaptado titulaciones a las necesidades del territorio como por ejemplo “enología y petroquímica”. Por ello dijo que es preciso adaptar un espacio propio y autónomo para cada universidad. En este sentido, sentenció que “Barcelona tiene la oportunidad de traer y retener el mejor talento del mundo, puesto que ya dispone de la potencialidad”.
El actual modelo de éxito universitario procede de la década de los ochenta con la ley de Reforma Universitaria que rompía con el pasado. “Ahora es preciso una nueva ley”, reclamó el rector de la UB. “Otro pacto estatal” para conocer las aspiraciones para dentro de 20 años. Por este motivo, aseguró que es preciso “desregular la contratación del profesorado y el catálogo de titulaciones”.
Coincidía Francesc Torres en que “es perverso que toda la financiación proceda de los estudiantes” lo que provoca un exceso de oferta de titulaciones para tener el mayor número de matriculaciones. “La fórmula -propone- sería disponer de un presupuesto propio” y cambiar el modelo de financiación “con contratos programa”. En cuanto al modelo de gestión, es partidario de “no sólo enseñar, sino impulsar” mediante la transferencia tecnológica. “Debemos inculcar una nueva manera de proceder”, condensó.
En el cambio de modelo universitario propuesto por los rectores es clave el rejuvenecimiento del profesorado. En este sentido, Joan Elías subraya la necesidad de “tener gente más preparada” si lo que se desea es avanzar en la transformación digital de las universidades. Dar entrada a los jóvenes que encuentren natural el nuevo ecosistema digital. A modo de ejemplo destacó que “la media de edad en la UB es de 58 años” por lo que también es clave “la financiación para abordar y rejuvenecer las universidades”. En esta línea avalaba que “no podemos poner límites presupuestarios al gasto público”.
“Si se impulsa una nueva ley de Universidades”, incidía la rectora de la Autònoma “el eje debe ser otorgar de más autonomía” a los centros. La ley actual “nos impone un corsé que hace imposible la gestión”, lamenta, mientras que la evolución apunta hacia un futuro donde será básico “trabajar de forma interdisciplinar”. A criterio de Arboix “es inviable disponer de un mapa de titulaciones en las que todos hacemos de todo” por lo que abogó por universidades más especializadas e incentivos “como pueden ser becas de desplazamiento” a los estudiantes que busquen tal especialización. “Es urgente” aseguró “formar a ciudadanos en la capacidad de asumir los cambios que se producirán en su ciudad”. Es básico crear “nuevas formas de trabajar” formando a los profesionales del futuro “con una flexibilidad importante, una cultura muy abierta y con la idea de la multidisciplinariedad”. Todo cambiará, vaticinó Arboix, hasta el punto que“los roles deberán reciclarse continuamente” incluso si cabe “cambiando de trabajo”. “Las universidades no tenemos los mismos intereses por lo que nos deben dejar ser diferentes”, abonaba la rectora de la UAB que, aseguró “existe cierto desajuste entre la educación, el conocimiento que precisamos y los retos sociales y tecnológicos que se nos presentan”.
El cambio de modelo es viable, mantuvo el rector de la Universitat de Barcelona. “Las universidades estamos preparadas” pero la presión legal nos lo impide. Preferirían “un primer curso común en ciencias” sin tener que crear grados específicos que no tienen sentido “cuando la sociedad nos pide grados transversales”. El exceso de burocratización del sistema universitario provoca que “para programar o cambiar titulaciones debamos hacerlo a dos años vista”. En este sentido, Elías citó el modelo anglosajón, que permite “en un estudio de ciencias incorporar un 20% de humanidades”.
Los intereses de las universidades es particular y habitualmente distan mucho de otras universidades, con otros objetivos distintos. “Es evidente que no todos tenemos los mismos intereses”, apuntaba Casals abogando por un nuevo proceso, ya que “las universidades desaparecerán como tales” para abrirse a un sistema con una presencialidad muy distinta. En otro orden, apuntaba negativamente “la falta de interacción con la sociedad civil”. Partidario de un consejo social que pueda tomar decisiones desde la propia universidad, el rector de la UPF criticaba que “el sistema actual no nos pide rendir cuentas, sino cumplir protocolos”.
El sistema, por tanto, no está preparado. Lo resumía así Javier Roglá que describía “una selectividad poco competencial” pese a reclamar ciudadanos críticos “libres y adaptativos”. En este sentido, alertó del “riesgo real” que suponen los populismos generados en Inglaterra o Estados Unidos, con graves ataques a la educación superior y a la universidad “dudando de si vale la pena invertir en ellas” y apostando por un nivel de financiación distinto. “Tenemos la necesidad de avanzarnos” aconsejó, “sin esperar a que lo haga la administración”.
El grado de confianza con las universidades desde las administraciones “no es muy alto”, admitía el rector de la Pompeu por lo que, “con la estructura actual no podemos conocer las necesidades de la sociedad”. En cambio, prosiguió Casals, se podría avanzar “si de entrada existiera una interacción entre los mercados y la universidad”, una máxima que debería ser una premisa que permitiría “mejorar la orientación y disponer de una oferta con algún fundamento”.
Para concluir y para desvanecer tópicos, los rectores insistieron en que “es una falacia que los universitarios no encuentren trabajo” y refirieron el estudio que se realiza desde la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Catalunya, con datos de los graduados de todas las universidades, que demuestra que el 83% de los titulados en humanidades, al cabo de tres años han encontrado trabajo. En ingeniería, el 93% consigue un empleo. Y de entre todos ellos, el 70% logra un trabajo ligado a su carrera.