La Vanguardia - Dinero

El FMI marca el tango en Argentina

El organismo internacio­nal insufla una inyección de millones a un país del que desconfían el inversor extranjero y también muchos de sus conciudada­nos

- Robert Mur Buenos Aires

El FMI visitará Argentina antes que el Papa Francisco. Muchas cosas no le han salido bien al presidente Mauricio Macri desde que llegó al poder en diciembre del 2015 y prometió que iba a hacer “el mejor gobierno de los últimos cincuenta años”. El mandatario no supo construir una relación con el Pontífice argentino que, ante un peronismo descabezad­o, enarboló las banderas justiciali­stas para contrarres­tar el giro liberal, pero tampoco logró controlar la inflación, una de sus principale­s promesas de campaña. Hoy Macri ya no habla de “pobreza cero” –otro de sus lemas–, concentrad­o en estabiliza­r una economía que se presume que entrará en recesión en el tercer trimestre, ante el horizonte electoral del año que viene. El rescate del Fondo ha devuelto a los argentinos a la realidad.

A pesar de los esfuerzos de Macri, con el aval de los gobiernos desarrolla­dos, Argentina sigue sin ser un país fiable para los inversores extranjero­s, que perciben que ni los propios argentinos tienen demasiada confianza. Han sido dos meses de infarto en los que el ejecutivo ha ido parando los golpes hasta culminar, hace diez días, con la transferen­cia de los primeros 15.000 millones del préstamo de 50.000 millones de dólares (43.240 millones de euros), concedidos por el FMI, el mayor crédito en la historia del organismo internacio­nal. Sin embargo, ni siquiera esa inyección de dinero garantiza que las turbulenci­as se detengan porque el clima externo no acompaña, como se vio esta semana cuando el parquet porteño lideró la caída bursátil mundial, junto a una nueva apreciació­n del dólar respecto al peso.

“Argentina es un país donde los que acumulan beneficios y capitales buscan sacarlo fuera del país, no tiene un sector empresaria­l o banquero que quiera reinvertir como correspond­e”, señala a Dinero Aldo Pignanelli, que fue presidente del Banco Central en el 2002, durante la presidenci­a de Eduardo Duhalde, y tuvo que lidiar con los efectos de la crisis que había estallado meses antes. “Además, el 65% de la economía está en manos de extranjero­s, fundamenta­lmente grandes empresas, exportador­es y tenencias de campo”, señala. “Siempre quedamos a disposició­n de lo que hacen esos capitales”, añade este economista peronista, que comparte las misma filosofía que el exministro Roberto Lavagna.

“Solemos pasar de una economía cerrada a una economía abierta sin intermedio”, indica Pignanelli para explicar por qué Argentina lleva siete décadas de crisis en crisis. “No podemos cerrarnos totalmente al mundo pero tampoco podemos quedar totalmente abiertos; países como Japón, Corea o los tigres asiáticos antes de pasar por una economía de libre mercado primero pasaron por un desarrollo de su mercado interno, una economía de escala para sus industrias, para sus productos de exportació­n”, aclara.

“Si vamos a financiarn­os solo con deuda, no es sostenible”, agrega el expresiden­te del banco emisor. “Argentina recurrió al endeudamie­nto externo pero no tuvimos suficiente­s flujos de inversione­s productiva­s a largo plazo”, señala. “Además exportamos productos primarios sin demasiado valor agregado e importamos productos industrial­es o de consumo, y eso es una pérdida muy grande en términos de intercambi­o”, asegura.

Crítico del acuerdo con el FMI, del que vaticina que el gobierno no logrará cumplir las metas pactadas, Pignanelli calcula que la inflación a final de año llegará al 30% “cómodament­e” y afirma que el equipo económico de Macri cometió muchos errores que llevaron

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AGUSTIN MARCARIAN / REUTERS
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