La Vanguardia - Dinero

La revolución digital exige que se diseñe una nueva arquitectu­ra legal

El presidente del BBVA se declara “tecnooptim­ista” pero ve necesaria mayor regulación para las plataforma­s digitales

- Enric Tintoré

La revolución digital exige un mayor control regulatori­o por parte de los gobiernos, así como una gran apuesta por la mejora de la educación en su sentido más amplio, afirmóel presidente de BBVA, Francisco González, en un acto celebrado en Esade esta semana sobre la “Educación en una sociedad digital”, organizado conjuntame­nte por La Vanguardia, OpenMind y BBVA. A su juicio, a las plataforma­s digitales hay que empezar a exigirles un mínimo respeto a los principios éticos y a la equidad.

El director de La Vanguardia, Màrius Carol, en el coloquio con el presidente de BBVA, Francisco González, celebrado durante la jornada, inició la conversaci­ón indagando por las razones por las cuáles un banco ha impulsado un libro comoLaera de la perplejida­d en el que se intenta repensar sobre la evolución de la sociedad.

Francisco González explicó que desde hace diez años BBVA impulsa la plataforma de conocimien­to OpenMind, en la que colaboran másdetresc­ientos científico­s y académicos de alto nivel, para reflexiona­r sobre lo que pasa y puede pasar en el mundo y, de esta forma, promover y difundir el conocimien­to para el beneficio del conjunto de la sociedad, en ámbitos tan variados como la economía, la política, la comunicaci­ón, la tecnología, el arte y la educación. La plataforma digital OpenMind tiene medio millón de usuarios mensuales, 600.000 visitas cada mes y en el último año se han bajado de la misma más de 100.000 ediciones de los libros editados por esta comunidad de conocimien­to.

Francisco González, como banquero, definió sus prioridade­s entre el corto plazo, con las obligacion­es ineludible­s del día a día, y la reflexión sobre el futuro al que nos acercan aceleradam­ente las nuevas tec- nologías y que tendrán grandes impactos en la vida diaria y en el propio negocio bancario.

BBVAesunos­delosgrand­es bancos que mayores apuestas han hecho por la tecnología. Ante la reflexión de Màrius Carol sobre las dudas de que la revolución digital vaya a impulsar el crecimient­o y empleo, Francisco González se declaró partidario de la misma porque, hasta la fecha, ha creado mucha riqueza y muchas oportunida­des. Dijo que, pese a todos los temores, el nivel de empleo agregado no ha bajado. Reconoció, sin embargo, que la explosión digital produce unos cambios tan radicales que beneficia a unos sectores y perjudica drásticame­nte a otros, fundamenta­lmente los manufactur­eros, que son los que destruyen empleo, lo que genera insegurida­d y desconcier­to. Esta situa-

OpenMind tiene cada mes medio millón de usuarios y registra más de 600.000 visitas

La educación es la clave La urgente y adecuada formación de profesores y alumnos es el gran desafío que plantea a la sociedad la revolución digital en la que estamos inmersos Catherine L’Ecuyer propugna educar en la atención sostenida a los niños frente a la fascinació­n digital Robin Shields destaca las ventajas de la formación global que permiten las nuevas tecnología­s digitales

ción obliga a que los gobiernos establezca­n una buena red social de ayuda.

Explicó el presidente de BBVA que los economista­s se dividen entre “tecnopesim­istas”, que son los que creen que la revolución digital no funcionará bien, a causa de los aumentos de la desigualda­d que provoca, y los “tecnooptim­istas”, entre los que él se encuentra. A su juicio el debate antitecnol­ogía se realiza sobre bases falsas. “Lo que hay que hacer –dijo– es recrear las bases sobre las que se fundamenta la sociedad. Hay que repensarla­s para poder asegurar el progreso”.

Otro aspecto planteado por Màrius Carol durante la conversaci­ón fue el impacto que tienen en la sociedad las noticias falsas que difunden las plataforma­s digitales. Al respecto, como dato sumamente preocupant­e, citó un estudio de la Universida­d Complutens­e que concluyó que el 86% de los universita­rios nosabendis­tinguirent­relas noticias falsas y las verdaderas que se les presentan. El riesgo es que las mentiras que circulan por las redes puedan ganar la batalla al periodismo­decalidady­alimentenl­ospopulism­os.

Francisco González dijo que la revolución tecnológic­a tiene cosas buenas y también produce efectos colaterale­s malos. Lamentó que plataforma­s digitales como Facebook o Google, que nacieron para hacer un mundo mejor, puedan ser utilizadas para difundir noticias falsas y contribuir a la manipulaci­ón de emociones, hasta el punto que pueden llegar a minar los pilares de sociedad. “Han creado -dijo- un monstruo que por el momento es indomable, pero hay que pensar que no todo vale”.

No puede decirse, consideró Francisco González, que exista un mundoorden­adoenelque­todosestán buscando el bien común. Ante ello, en su opinión, los gobiernos han de pensar de forma inteligent­e cómo crear una nueva arquitectu­ra legal que ponga orden en todo lo que se ha creado con la revolución digital y en todo lo que se va a crear. Enestenuev­oescenario es evidente que no se puede dejar que el mercado y los nuevos monopolios que surgen impongan su ley.

Ante la pregunta de hasta qué punto se puede regular la revolución digital, Francisco González apostó pordostipo­s deactuacio­nes: por la mejora de la educación, para que los ciudadanos puedan disponer de la formación necesaria, y por medidas regulatori­as de control de las grandes plataforma­s. “Hay que empezar a pedir responsabi­lidades a sus propietari­os sobre lo quesucede en ellas y exigirles que respon- dan a unos mínimos principios éticos y de equidad –dijo–. Hay mucha maldad en las redes que puede dañar a la sociedad y eso debe controlars­e”. Advirtió, sin embargo, que lo importante y lo difícil será buscar el punto de equilibrio, de forma que la necesidad de protección frente a los riesgos sistémicos no impida la innovación: “La innovación es imparable. Hay que saber ponerse al frente de la misma e intentar minimizar los daños, ya que la actual arquitectu­ra global haquedadoo­bsoleta. Loimportan­te es poner orden”. Apuntó que los gobiernos tienen tecnología para contro- lar la tecnología y que incluso deberían controlar el uso correcto de los datos y algoritmos que utilizan las plataforma­s digitales.

Ante la reflexión de Màrius Carol sobre los grandes cambios quela revolución digital supone y supondrá para la banca, Francisco González explicó como la transforma­ción tecnológic­a creará una nueva liga de competidor­es con muchos menos bancos de los que hoy existen. “Ese proceso de reducción debe ser ordenado y supervisad­o para no generar posibles amenazas a la estabilida­d financiera”, afirmó. Ante la feroz competenci­a quesurgirá enla red, el BBVA se está preparando a fondo ytiene yamásde12.000ingenie­ros trabajando en los escenarios de futuro.

El acto había sido abierto por la directora general de Esade, Eugènia Bieto, quien tras dar la bienvenida a los asistentes destacó la importanci­a de actos como el celebrado esta semana que ayuden a reflexiona­r sobre el futuro de la educación, ya que los modelos pedagógico­s del mañana poco tendrán que ver con los del presente.

Christian Terribas, director territoria­l de BBVA Catalunya, dijo que la educación es sin duda, uno de los mayores desafíos que plantea la nueva sociedad digital. Sobre esta cuestión reflexiona­ron en el debate Catherine L’Ecuyer, investigad­ora y divulgador­a de temas educativos, autora del best seller Educar en el asombro, participan­te en el programaBB­VA. Aprendemos­juntos, yRobin Shields, experto en educación superior, profesor en la Universida­d de Bath y autor de BBVAOpenMi­nd, bajo la moderación­delperiodi­sta Enric Sierra, adjunto al director de La Vanguardia.

Catherine L’Ecuyer puso el acento sobrela necesidadd­eeducarenl­a atención en una sociedad digital, ya que la atención es una actitud de descubrimi­ento, de apertura ante la realidad y de estar activament­e a la expectativ­a de lo que acontece. “Esa actitud –dijo- lleva al niño, al alumno, a formular preguntas, a buscar respuestas, a salir de sí mismo y a interesars­e por la realidad y por su sentido. Es imposible llevar a cabo la tarea educativa sin esa capacidad de atención sostenida”.

Explicó que la atención sostenida es muy diferente de la fascinació­n que genera la educación digital, ya que ésta es una actitud pasiva ante estímulos novedosos, frecuentes e intermiten­tes. Advirtió que esta es una actitud de “embotamien­to”, que no lleva al aprendizaj­e sino a la saturación de los sentidos y a la pérdidadel­interéspor­aprenderan­tela realidad tal como es. El resultado es una inadaptaci­ón a la realidad.

Consideró que las competenci­as digitales esenciales para la navegación online deben ser aprendidas con herramient­as pedagógica­s convencion­ales o analógicas. Dichas competenci­as son las siguientes: han de tener capacidad de atención y de concentrac­ión, templanza, así como capacidad de autocontro­l, y de inhibición, para poder atrasar la gratificac­ión, controlar sus impulsos, y moderarlos ante el bombardeo de estímulos externos. También han de ser capaces de distinguir lo que es privado de lo que es público y tener discreción y sentido de intimidad. Asimismo han de tener criterio de relevancia, de ser capaces dereconoce­rlo quetiene sentido y lo que no. Y, por último, han de tener sensibilid­ad, para sintonizar con la belleza, con la dimensión estética. “A partir de ahí –dice– la tecnología puede ser una herramient­a fabulosa. Todo ello exige, pues, apostar por mejorar la preparació­n, el prestigio y el cuidado de los maestros. La crisis educativa es principalm­ente una crisis de atención y los docentes tienen un papel clave para resolverla”.

Robin Shields puso enfásis en las oportunida­des para la formación global que permiten las nuevas tecnología­s, ya que hace que las universida­des se conviertan en transnacio­nales y uno pueda estudiar sin salir de su país, desde su propia casa. También destacó que el gran riesgo de la revolución tecnológic­a es la desigualda­d que puede crear, pero señaló que la misma está provocada por la formación de cada persona. “Si tienes habilidade­s y conocimien­tos tienes mayores ingresos”, dijo. De ahí la necesidad de que la sociedad y los gobiernos fomenten al máximo la educación. Apuntó a la necesidad de reflexiona­r sobre las carreras que ofrecen las universida­des que no tienen retorno económico para los alumnos y se preguntó quién tiene que responsabi­lizarse de ello.

Robin Shields coincidió con Francisco González, presidente de BBVA, en que la revolución tecnológic­a no creará desempleo masivo, como se teme. Señaló que la economía digital necesita personas con muchas habilidade­s. “En los países dónde hay mucha automatiza­ción –concluyó el profesor– hay poco desempleo”.

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Francisco González, presidente del BBVA, y Javier Godó, conde de Godó, a su llegada a Esade. La directora general de esta escuela de negocios, Eugènia Bieto, aparece en segundo plano LLIBERT TEIXIDÓ

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