La Vanguardia - Dinero

Alquilar en Barcelona (y II)

- José García Montalvo

En el anterior artículo argumenté que la mejora en la renta y la reducción del desempleo han tenido un papel relevante, aunque sea parcialmen­te, en el aumento del precio del alquiler en Barcelona que, en términos reales, sigue por debajo del máximo de 2008. Estos últimos años hemos observado un ajuste hacia una nueva situación donde la proporción de vivienda en alquiler será claramente superior al periodo precrisis. La demanda de alquiler ha crecido sustancial­mente por el aumento de los requisitos para obtener una hipoteca, la desaparici­ón de las desgravaci­ones fiscales a la compra y un cierto cambio social que deja de ver la propiedad como la única solución socialment­e aceptable. La oferta también ha aumentado, aunque a menor ritmo, por las compras de pequeños inversores, dada la elevada rentabilid­ad de la vivienda en alquiler respecto a las alternativ­as de inversión.

Sin embargo, oferentes y demandante­s aún están en un proceso con un gran desajuste entre sus expectativ­as. Aunque se hable mucho de burbuja del alquiler, el precio de los arrendamie­ntos es distinto al precio de la vivienda. Si existe suficiente crédito para alimentar una burbuja, los precios de la vivienda pueden subir sin límite. No sucede igual con los alquileres, que están limitados a una proporción de la renta familiar media. Obviamente si hubiera una demanda muy grande de extranjero­s que tuvieran un nivel de renta muy superior entonces la proporción de renta podría ser insostenib­le por la población local. No parece que este sea, por ahora, el caso de Barcelona.

La divergenci­a entre las expectativ­as de los arrendador­es y los potenciale­s inquilinos emerge en la diferencia entre el alquiler solicitado y el pagado. Las estadístic­as de los portales de internet no son fiables pues se basan en el alquiler solicitado por el dueño y no el efectivame­nte pagado. Esto genera multitud de sesgos. Pongamos un ejemplo: supongamos que un portal anuncia un piso de 5.000 euros al mes y 12 de 500. El precio medio será de 846 euros, igual como en Barcelona a finales del 2017. Como el alquiler de 5.000 euros está fuera de mercado, se alquilaran las viviendas de 500, pongamos 6. ¿Qué ha pasado con el alquiler medio? Según el portal habrá subido un 35%. ¿Qué habría pasado si se alquilan las 6 viviendas pero el propietari­o que quería alquilar por 5.000 reconsider­a y baja el precio a 2.500 euros? Según el portal el alquiler habría caído un 7%. Que se alquilen rápido las viviendas baratas y tarden en alquilarse las más caras crea un sesgo que dificulta interpreta­r estos datos.

Pero la combinació­n de la informació­n de los portales y de mercado puede ser útil. Normalment­e cuando el mercado se relaja, los alquileres de los portales se acercan a los de mercado. Cuando hay mucha presión, los portales dan alquileres mucho más altos que los de mercado. Por ejemplo, entre el tercer trimestre del 2015 y 2016 según el portal de referencia, el alquiler medio solicitado creció un 18,5%. Sin embargo, el precio de los contratos firmados entre esos dos momentos subió un 8%. La buena noticia es que la situación ha cambiado drásticame­nte a partir del tercer trimestre del 2017. No solo los alquileres están estancados según los últimos datos disponible­s, sino que, según los portales, los alquileres solicitado­s se aproximan a los de mercado. Por ejemplo, durante el 2017 el portal de referencia da una caída del alquiler del 2,4% (en el 2018 sigue con la misma caída) mientras el precio en los alquileres contratado­s subió un 6,4%. Señal de que los propietari­os ajustan sus expectativ­as a la baja y los demandante­s están más cerca del límite de su capacidad de pago. El alquiler no debería superar una tercera parte de la renta familiar pero el miedo a que otros pujen más y las noticias, muchas veces exageradas, sobre el aumento del precio del alquiler y el poco tiempo que tarda una vivienda en alquilarse, empujan a muchos inquilinos a superar estos niveles. Yse origina una espiral que se autoalimen­ta. Durante la burbuja, movimiento­s como Vde Vivienda alentaron, sin éxito, a no comprar viviendas por los abusivos precios alcanzados. Este tipo de coordinaci­ón, muy compleja, habría sido necesaria para evitar la espiral retroalime­ntada del crecimient­o de los alquileres.

El escaso parque de vivienda social en alquiler de Barcelona no ha podido amortiguar el impacto. Ypor eso empezaron las prisas y las soluciones mágicas. Hay que hacer lo que hacen otros (Berlín, París, etc.), sin tener en cuenta si esas medidas han funcionado ni las enormes diferencia­s de esos mercados respecto a Barcelona.

Durante mucho tiempo se ha preferido la venta de viviendas con ayudas públicas en lugar del alquiler social, pues tenía mayor rédito electoral. Si esto se hubiera evitado, ahora existiría un parque sustancial de vivienda social en alquiler. La crisis ofreció una oportunida­d para que un ayuntamien­to sin problemas financiero­s hubiera aumentado el parque público de alquiler de forma rápida y barata. Los precios de derribo de las viviendas de los bancos, provenient­es en su mayoría constructo­ras y, por tanto, en bloques, favorecía su gestión en alquiler social. En lugar de aprovechar la ocasión, o hacerlo de forma timorata, beneficián­dose además del precio subsidiado a partir de las inyeccione­s de capital público, la idea fue volver a construir viviendas públicas. Ycuando el ritmo no es el esperado, entonces el famoso 30%. Lo importante es admitir que este problema no tiene soluciones mágicas. Dos o tres principios básicos y una voluntad clara y compartida ayudarían a evitar estos problemas en el futuro. No hay que irse a Berlín. Basta mirar al País Vasco. La calificaci­ón pública de una vivienda construida con una subvención pública debe ser indefinida y las nuevas deben ser todas para alquiler social. Las listas de demandante­s de vivienda pública deben ser reales y no de “apuntados” (incluyendo los que han rechazado viviendas en el pasado e incluso okupas). Al final, nadie se beneficia de no mantener unas listas creíbles y fiables. Ylo más importante: cuando hay un problema de oferta de vivienda las medidas deben incentivar la oferta y no desalentar­la.

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Prioridade­s Se ha preferido la venta de viviendas con ayudas públicas en lugar de alquiler social, porque tenía mayor rédito social
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