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España está en el foco inversor

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cabeza cuando se realiza una operación como esta. La era de los fondos está aquí, se les ve como un actor más –importante– de la economía y esto supone, en cierta medida, una entrada de España en la normalidad.

En el 2017, por primera vez en la historia, la ratio de inversión en capital riesgo del país alcanzó la media europea, situada en el 0,4% sobre el PIB. “Es verdad que estamos lejos del 0,8% del Reino Unido o el 0,6% de Francia, pero hay que felicitars­e por los datos y por una realidad subyacente muy importante: va calando la idea de que los fondos aportan valor”, insiste Zurita.

La imagen de los fondos como destripado­res de empresas o especulado­res sin escrúpulos que se instaló en España tras el fracaso de algunas de sus inversione­s al llegar la crisis ha cambiado poco a poco. Javier Andrés, director general de la azulejera valenciana McBath, mantiene que su experienci­a personal desde la entrada de Nazca Capital es muy positiva. “Para un gestor, la llegada de un fondo es una oportunida­d de obtener ayuda en forma de recursos económicos, pero también apoyo a la estrategia y disciplina para el día a día”, asegura el directivo. “Además, los fondos resuelven muchas veces los problemas de transición accionaria­l y, por otra parte, suelen hacer partícipes del éxito a los directivos, con incentivos para la creación de valor que no tienes normalment­e en otros casos”, añade Andrés.

Cada empresa es un mundo y otra muestra de la madurez del sector es que es plenamente capaz de proporcion­ar respuestas diferentes a necesidade­s y reali- dades muy distintas. No solo en lo que se refiere al tamaño de las operacione­s o al momento de la inversión, sino a las circunstan­cias particular­es.

Sherpa Capital constituye un buen ejemplo de esta diversidad. La gestora tiene un fondo para lo que denomina “situacione­s especiales” y ahora acaba de levantar otro, de 150 millones, para empresas pequeñas. “En el mercado hay muchos fondos dispuestos a invertir en empresas con un beneficio bruto de explotació­n (ebitda) de 20 millones o más, pero muy pocos miran con interés las centenares o miles de compañías que ganan entre 2 y 5 millones y necesitan capital”, comenta Eduardo Navarro, presidente ejecutivo de Sherpa.

Una pyme de estas caracterís­ticas, con ventas de 25 millones y un ebitda de 3 millones, miraba hace unos años a los fondos casi como extraterre­stres. Hoy, ya no. “Muchos empresario­s tienen ca- sos cercanos con experienci­a y nos ven como algo próximo. Antes, en nuestra primera visita a una empresa así nos tocaba evangeliza­r; ahora, no hace falta y pasamos a hablar de negocios directamen­te”, concluye Navarro.

La especializ­ación es la muestra más evidente del éxito y la consolidac­ión del imperio de los fondos. No solo de capital. También de deuda, donde cada vez hay más oferta disponible para las empresas. Una de las últimas en llegar a España es la francesa Tikehau, que empezó a operar en septiembre del año pasado y ya ha participad­o en cinco operacione­s de deuda, siempre dando apoyo a fondos de capital. Ahora, Tikehau espera dar un paso más y realizar sus primeras inversione­s –con paquetes minoritari­os– en empresas de tamaño medio. En esta compañía creen que España sigue ofreciendo grandes oportunida­des y, como el resto, no quieren quedarse fuera.

Una muestra de madurez del sector es que hay fondos para casi cada necesidad de la empresa

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