‘Multicloud’
¿Cuántas nubes son necesarias para funcionar?
Norberto Gallego A la vista está que la computación en la nube es un negocio en fuerte crecimiento, desplazando los formatos convencionales de tecnologías de la información. Pruebas al canto: según la consultora Gartner, el 19% del gasto total de las empresas en tecnologías de la información se destinará a servicios de cloud computing en sus diversas variantes. Gartner anticipa que en 2022 alcanzará el 22%. Otra forma de verlo es que, desmintiendo augurios prematuros, el 72% de los presupuestos de T.I. seguirá gastándose como hasta ahora.
Podría decirse que lo anterior estaba en el guión, pero el informe de Gartner añade un elemento novedoso: las grandes empresas reparten más del 30% de sus gastos entre varios proveedores de cloud, lo que en parte se debe al deseo de no caer cautivos de uno en exclusiva. Esta modalidad, conocida como multicloud, implica lo que su nombre sugiere exactamente: dispersar entre distintas nubes una parte (creciente) de sus procesos informáticos.
Multicloud se ha convertido en otro de tantos clichés que abundan en este sector, pero no es efímero. Forma parte de la inevitable modernización que la prédica de vendedores y columnistas sintetizan en el estomagante eslogan “transformación digital”.
Hay poderosas razones para que una empresa de nuestros días se incline por ceder procesos que para ella son vitales a proveedores que compiten entre sí. Optimizar costes puede ser un argumento; otro, a veces, puede ser la redundancia que les protege contra eventuales parones de servicio –más habituales de lo que se admite–, al no quedar presas de un prestatario único. Gartner destaca una tercera razón, la escalabilidad como fórmula para adaptarse con rapidez a los picos de demanda. Pero, a su vez, avisa de que estimula una discutida fragmentación del gasto en T.I. de las empresas, la así llamada tecnología “en la sombra”. Esta práctica consiste en que uno o más departamentos externalizan procesos específicos pagando la cuenta con sus propios recursos, sin encomendarse al departamento de sis- temas del conjunto de la empresa. Los conflictos que este hábito genera van en aumento.
Visto desde la perspectiva de los proveedores, el auge de multi
cloud –emparentado con el de las nubes híbridas– está propiciando un nuevo reparto de cartas en el sector. Por un lado, favorece los intereses de los actores secundarios, que lo acogen como una oportunidad de competir con los tres grandes que mandan en el mercado –Amazon Web Services, Microsoft Azure y Google Cloud– y, por otro lado, obliga a estos a facilitar que los datos puedan transferirse de una nube a otra sin poner cortapisas.
Otra de las consecuencias es la aparición en el mercado de nuevas herramientas de software, llamadas “de orquestación”, que se ocupan de gestionar de manera unificada las cargas de trabajo que van a una u otra nube. Un caso muy significativo es el de VMware, compañía que tras renunciar a la intención de gestionar su propia infraestructura cloud, dio la sorpresa de negociar un acuerdo para que su software orqueste el flujo de datos entre las empresas y la nube de Amazon Web Services. A principios de noviembre, en su evento europeo –una vez más en Barcelona– dará a conocer nuevas iniciativas.
El 19% del presupuesto de las TI se destina al ‘cloud computing’ y crecerá más
Los motivos son variados y entre ellos destaca el de no caer cautivo de un solo proveedor