¿Insatisfacción en el trabajo? Puede que necesites un cambio de carrera
Con una estrategia adecuada se puede cambiar de trayectoria sin perder el estatus (ni la cabeza).
El trabajo perfecto está en la intersección entre nuestras habilidades e intereses y las demandas del mercado
Cristina Díaz
A estas alturas de curso, para la mayoría de nosotros la rutina se ha instalado en nuestras vidas y las vacaciones son ya un alegre recuerdo. Lejos queda también la llamada de
presiónposvacacional, un término bastante dramático para lo que es, simplemente, un periodo natural de reajuste tras el descanso.
Pero hay personas que siguen arrastrándose cada mañana a su puesto de trabajo, sin motivación. Como si en lugar de desempeñar una profesión, se encaminaran al matadero. Si esas sensaciones se prolongan en el tiempo y no somos capaces de detectar causas concretas (una mala organización, falta de incentivos concretos, un jefe tóxico, etc.), quizáestamosante unacrisis vocacionalynecesitamos dar un vuelco. Más que cambiar de trabajo, toca cambiar de profesión. Y es posible a cualquier edad.
Señales de alarma
En un serie dedicada a este asunto de la edición americana de Forbes, la periodista Kathy Caprino señalaba los siguientes signos que alertan de la necesidad de cambiar de carrera. La falta de identificación con habilidades y responsabilidades: por mucho que hagamos algo bien no conseguimos que nos importe o nos preocupe. Fatiga y desmotivación constante: cada día que pasamos en el empleo actual es casi una tortura, sin que se den condiciones (entorno tóxico, sobrecarga de trabajo) para que nos sintamos así. Sensación de que nuestro talento podría aplicarse a otras cuestiones o, simplemente, sentimos que, por muy buenas condiciones que tengamos en nuestro puesto de trabajo, hay algo que no funciona. Si te has identificado con alguna de estas sensaciones, necesitas un cambio.
¿Cuánto queremos sacrificar?
Plantearse un cambio de carrera cuando ya tenemos una trayectoria
importante a nuestras espaldas ( hablamos de profesionales alrededor de los 40o50años) puede generar cierto vértigo. La buena noticia es que, aunque cambiemos radicalmente de sector, no partimos de cero. No será como volver a tener 20 años y salir al mercado de trabajo con apenas una línea en nuestro currículo. Afortunadamente.
Eso no significa que un cambio en nuestra orientación profesional no tenga sus contrapartidas. En Switchers:HowSmartProfessionals Change Careers - and Seize
Success, la psicóloga y career coach Dawn Graham señala que, una vez tomemos la decisión, hagamos un examen de conciencia para detectar cuánto estamos dispuestos a sacrificar o arriesgar durante el proceso: ¿Aceptaremos puestos y salarios inferiores al actual? ¿Disponemos de ahorros a los que acudir durante el proceso de transición? ¿Tenemos tiempo y recursos para invertir en formación, si es necesario? Este proceso debe ser concienzudo y sincero.
Graham advierte que si lo que tratamos es de desarrollar una suerte de plan b de nuestra vida actual, nunca llegaremos al cambio de carrera. “Si nosotros no nos creemos el cambio ni invertimos en él, ¿por qué tendrían que hacerlo otros?”, afirma, tajante, la experta.
Los 3(+1) pilares del cambio de carrera
Deacuerdo a Graham, el Santo Grial de los trabajos es aquel que se encuentra en la intersección entre lo que busca el mercado, para que haya demanda; que precise de nuestras habilidades, porque si no nunca podremos acceder a él; y, sobre todo, que responda a nuestros intereses, para que nos mantenga motivados. Esos son los tres pilares, pues, que debemos atender para realizar un cambio con éxito.
Si nos planteamos un cambio de carrera, está claro que nuestro sector ha dejado de motivarnos. Por eso esimportantedetectarquéáreasnos resultan deinterés. Debemosser, eso sí, realistas y flexibles en estas consideraciones, sin idealizarlas.
Graham recomienda listar todas nuestras habilidades esenciales, independientemente de que las hayamos desarrollado en nuestra profesión, pero que pueden ser valiosas en casi cualquier industria. Desde “encontrar soluciones originales a los problemas”, hasta “capacidad para dar malas noticias”, pasando por “mantener al equipo motivado”. De la misma forma, si deseamos cambiar de profesión y sector, debemos hacer una potente inmersión en el mercado al que queremos orientarnos: seguir a las empresas en sus redes sociales, leer la prensa especializada de ese sector, mirar las ofertas de trabajo quese ofrecen detectando los puestos más demandados y los principalesskillsque precisamos.
Retrato robot del trabajo de tus sueños
Unaveztengamosestainstantánea (¿Dóndequeremosir?¿Quéperfiles se buscan y qué condiciones se ofertan? ¿Qué podemos ofrecer?), seremos capaces de definir mucho mejor a qué aspiramos: el sector, las funciones y puestos que podemos desempeñar, en qué departamentos, el estilo o la cultura de empresa donde nos sentimos mejor, incluso el salario al que podemosaspirar oel tamaño de la empresa.
Con ese retrato robot definido, escuandoentraenescenaelcuarto
elemento, la red de contactos. Debemos ser especialmente proactivos a la hora de contactar y pedir presentaciones (ya sean en LinkedIn, en eventos sectoriales o encuentros informales) a nuestros contactos. Será el momento, además, de recuperar viejos vínculos (antiguos compañeros de estudios, amigos de colegas de profesión, etc.) que nos ayuden a introducirnos en nuestra área de interés. Sin una formación ni experiencia específica, esta red es nuestra puerta de entrada al nuevo sector profesional.
Desarrollar un relato coherente
Eso sí, si llevamos 20 años como
product manager y recuperamos un contacto que sabemos que lleva años en proyectos de cooperación internacional, es posible que esa persona nos pregunte qué nos ha llevado a esta situación. Es importante tener una respuesta elaborada, maduraycoherenteaesa pregunta. El proceso antes descrito debe llevar a este momento en el que contamos por qué queremos cambiar, qué buscamos en esta nuevaetapayquéqueremosaportar con nuestro esfuerzo diario. Este relato debe ser siempre en positivo, sin despreciar el sector anterior ni entrar en cuestiones personales (evitar expresiones como “porque estaba quemado” o similares). Enfocarlo desde la perspectiva del crecimiento personal y de la búsqueda de nuevos horizontes resultará siempre más acertado y tendrá una mejor recepción en nuestro interlocutor y, porsupuesto, en nuestros futuros empleadores y compañeros de trabajo. •