Sin mirar al futuro
La Reserva Federal de EE.UU. (Fed) tiene un doble mandato: mantener controlada la inflación y la consecución del pleno empleo en la economía. De esta forma, cuando la economía se “calienta”, sube los tipos de interés para evitar que existan presiones inflacionistas y para tener capacidad de reducir los tipos de interés cuando la economía flojea.
Así, la Fed ya ha incrementado los tipos de interés en ocho ocasiones desde finales del 2015. De acuerdo con sus propias previsiones, los subirá una vez más antes de fin de año y tres veces adicionales en el 2019. Así, los tipos de referencia fijados por la Fed se situarán entre el 3%-3,5% en apenas un año y medio. Teniendo en cuenta que EE.UU. estará a partir del año próximo en el periodo más prolongado de crecimiento de su historia, es inevitable que, en algún momento no lejano en el tiempo, la economía pueda entrar en recesión (dos trimestres sin crecimiento económico). Cuando esto suceda, la Fed tendrá margen para bajar los tipos de interés para apoyar la recuperación del crecimiento económico.
En el caso del BCE, su mandato sólo hace referencia al control de la inflación y la estabilidad financiera. En la práctica, durante la reciente crisis ha actuado como el Ministerio de Economía de la Eurozona. En Europa los tipos de interés de referencia seguirán en negativo hasta finales del próximo año. Las subidas que se pueden esperar en el 2020, salvo un shock del petróleo que provocara un fuerte repunte de la inflación, son muy reducidas. Así, el margen de actuación del BCE para dinamizar la economía ante la próxima desaceleración económica será casi inexistente bajo medidas ortodoxas o tradicionales. A diferencia de la Fed, siempre podrá decir que no es mandato.