Inteligencia artificial
Este complejo mercado del arte no deja de sorprendernos. Yno siempre para bien. Si la semana pasada reflexionábamos sobre la destrucción de la obra de Banksy, estos días nos llega la noticia que Christie’s Nueva York ha subastado el que se ha venido a llamar el primer retrato creado a través de un algoritmo, es decir, por inteligencia artificial.
Digámoslo alto y claro: se trata de un bodrio. Pero un “bodrio” que se vendió por la nada desdeñable cantidad de 432.500 dólares (con comisiones), unas 40 veces su precio de salida. La casa de subastas cuenta que la obra, Portrait of Edmond Belamy, 2018, la programaron tres jóvenes techies franceses que se hacen llamar Obvious y que admiten no saber nada de arte más allá de saber programar un ordenador para que genere “arte”. Detrás de todo ello, una intrincada historia de apropiación de códigos fuente que emborrona aún más su autoría y que les condujo a decidir no patentar el código.
Lo que se viene conociendo como arte generativo no es nuevo en absoluto, y el reclamo de la casa de subastas, que habla de arte realizado sin intervención de artista humano, no es más que una falacia, pues ese colectivo seleccionó la colección de imágenes sobre las que el algoritmo trabajó. Por poco que se sepa de media art, se pueden citar un sinfín de creaciones mucho más interesantes, como Orogenesis, el brillante proyecto del fotógrafo Joan Fontcuberta, o trabajos de la reciente exposición Artistes & Robots en el Grand Palais de París.
Esta venta ha servido a muchos para decir que la IA ha llegado al mercado del arte, y puede que haya cierto interés, pero el debate sobre la autoría de las obras, su copyright y los conflictos sobre apropiación de imágenes aún crean demasiada controversia como para que los coleccionistas encuentren la seguridad necesaria para invertir seriamente.
La IA llega al mercado del arte pero falta seguridad para el coleccionista