EXPOSICIÓN PARTITURAS DE COLOR

Valeriano Cortázar Pintura | Galería Orfila | C/ Orfila 3, Madrid | Hasta el 17 de noviembre | Precios de 300 a 2.400 euros | Tel. 91319-88-64

Tomás Paredes Así parecen interactuar estas pinturas, como partituras pergeñadas de gestos y colores, que contienen ínsitos los sonidos de los grandes maestros, en ellos inspiradas, hasta el jazz o la música popular. Toda la muestra es un canto a célebres composiciones de Chopin, Tchaikovski, Samuel Barber, Schubert, Sibelius, Liszt o Mendelssohn hasta una simbolización de los blues más misteriosos y coloristas.

Valeriano Cortázar (Pozuelo de Alarcón, 1955), de formación autodidacta, ha visto mucha pintura y eso se clava en su retina hasta conseguir desprender formas y cromías con las que se congracia. Es como un juego de explosiones donde se cruzan sensaciones, emociones, deseos, alucinaciones y varios elementos que conforman su imagen plástica.

Valeriano Cortázar expone su obra desde los años ochenta, ha dado algunos bandazos –ora volviendo la mirada a la estética de El Paso, ora al informalismo matérico–, buscando por aquí y por allí el tejido de su expresividad y una entidad para su lenguaje. Esta es su undécima individual y es donde aparece su expresión más limpia, genuina y conseguida. Como en Sibelius

O.P.47, (2015, técnica mixta y collage sobre tela, 120x160 cm, 2.400 euros), que reproducimos.

Es indudable que este expresionismo gestual tiene referencias, que parecen muy señalados los influjos, pero cuando nos detenemos en la contemplación de estas piezas, vamos percibiendo que hay muchos ecos, pero que la voz es una y en ella se reconoce Cortázar, en su trabajo de los tres últimos años.

En el texto del catálogo de la exposición, defiende Gregorio Vigil-Escalera que su “propuesta reivindica una cosmovisión plástica y refinada que pone al descubierto tanto una imaginación poética e iluminadora como una poderosa articulación etérea”. Acrílicos sobre lienzo, fluidos, frescos, con ritmo frenético de pinceladas.