Artissima, en Turín
En un entorno tan competitivo como el de las ferias de arte, que una feria como Artissima cumpla 25 años es un hito del que muy pocas pueden presumir. En buena medida significa que han sabido superar algunas crisis económicas y leer muy bien los cambios en el sector de las galerías. Pilotada estos últimos años con un acertado criterio por Ilaria Bonnacosa, Artissima ha hallado su hueco, con buenas galerías, programas novedosos y una estricta selección curatorial.
Paralelamente, Turín apuesta por la cultura desde hace más de una década. La pérdida de peso empresarial de la industria del automóvil, caso de Fiat, la ha obligado a reinventarse y, sin ser una capital mundial del arte, tiene focos artísticos que la dotan de un fuerte interés, como la Galleria d’Arte Moderna, el Museo d’Arte Contemporanea en el Castello de Rivoli o OGR, el nuevo edificio donde la feria ha iniciado una apuesta por el arte sonoro. Sin olvidarnos de la fundación de Patrizia Sandretto Re Rebaudengo, que además abrió su maravillosa casa a unos cuantos actuando de anfitriona de lujo.
Articulada en diferentes secciones, unos 200 expositores presentan propuestas muy coherentes. Destaca Back to the future, donde cuatro curators seleccionaron un grupo de artistas con trabajos entre 1980 y 1994. Ahora que parece que sólo valen las obras recién producidas o acordes a las tendencias imperantes, recuperar carreras de artistas clave es muy necesario. Ahí sobresalían las obras de dos galerías barcelonesas, ADN y Estrany De la Mota, esta última con trabajos de la primera época conceptual de Ignasi Aballí, demostrando lo bien que envejecen. En definitiva, una feria que tener en cuenta para los que ya han superado las modas o los grandes nombres y quieren encontrar arte de calidad seleccionado por buenos profesionales.
Recuperar carreras de artistas clave es muy necesario, más allá de las modas