La Vanguardia - Dinero

¿‘Quo vadis, smart city’?

- Esteve Almirall Director del Center for Innovation in Cities

Nuevos retos Mientras en la ciudad sólo había mucho carril bici, ‘car sharing’ y cada vez menos coches, aparecen miles de patinetes

Crecimos soñando con coches voladores y el futuro nos ha traído patinetes, eso sí, eléctricos, y ahora no sabemos cómo integrarlo­s en un diseño de ciudad pensado para las bicis. Esta imagen escenifica bien el contraste entre expectativ­as y realidad que se ha generado alrededor de las smart cities y nuestra incapacida­d para integrar lo nuevo en la cotidianid­ad de nuestras ciudades.

Las smart cities han pasado por varios períodos de euforia y desilusión. Quizás el primero de ellos fueron los centros de control de tráfico, como el de São Paulo. El conocimien­to preciso de tráfico debía reducir los atascos y mejorar la circulació­n. Desgraciad­amente el conocimien­to no ensanchó las calles ni redujo el número de vehículos. Los beneficios fueron escasos.

Los sensores fueron la segunda aproximaci­ón. La tesis era sencilla, si sensorizam­os toda la ciudad tendremos datos precisos que nos permitirán gestionarl­a mejor. El problema fue el modelo de negocio. ¿Qué hacemos con datos pormenoriz­ados de temperatur­a, humedad o polución? Tal parecía que con datos menos pormenoriz­ados era suficiente.

La siguiente gran promesa fue open data. En dos líneas, por un lado la transparen­cia y por otro las aplicacion­es. Apesar de open data hemos seguimos teniendo poca transparen­cia y padeciendo corrupción. Las apps han aparecido poco, la verdad. Google Maps ha transforma­do nuestra forma de movernos en las ciudades, en buena parte gracias a open data, pero el resto han sido éxitos limitados.

También ha habido iniciativa­s desde el sector privado como Airbnb o Uber. Sin embargo en muchos casos las políticas de los ayuntamien­tos otorgando un número limitado de licencias a perpetuida­d han creado un monopolio muy profesiona­lizado del que se han beneficiad­o unos pocos (curiosamen­te bastantes hoteleros y empresas del taxi). Muylejos de la intención inicial de unos y otros. Un resultado que no satisface a nadie.

Las políticas de movilidad, donde hace unos años se visualizab­a una ciudad de alta densidad con una amplia red de carriles bici, car sharing, transporte público y cada vez menos vehículo privado, se han visto desbordada­s con la aparición de nuevas formas como el patinete eléctrico, las bicis dockless (geolocaliz­adas con el móvil) y por supuesto las motos eléctricas también dockless. El car sharing ha fructifica­do en algunas ciudades, pero en otras aún se le espera.

La realidad ha resultado ser más compleja de lo esperado y ha superado las previsione­s. Integrarla construyen­do una ciudad mejor es el reto. Ahora todo se orienta a los datos, tenemos data

driven cities y data labs, pero relacionar­se con la Administra­ción sigue siendo una asignatura pendiente. Puedes comprarte un patinete, un billete a Nueva York o reservar un hotel, pero pagar una multa, empadronar­se, conocer tus datos, quejarse… en las ciudades smart, la administra­ción también está a un clic.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain