La Vanguardia - Dinero

California arde pero no se va a partir en tres Tras la bancarrota, el superávit del estado asciende a 9.000 millones de dólares

El Supremo desestima la división del estado más rico

- John William Wilkinson

Las recientes elecciones legislativ­as de mitad de mandato celebradas en Estados Unidos nos han brindado otra oportunida­d para estudiar el mapa de ese gran país que nunca deja de sorprender a propios y extraños. Se aprecia la abigarrada confusión de pequeños estados pegados a la costa atlántica que tanto contrastan con las regulares formas geométrica­s de los del centro, el su roque son bañados por la solas del Pacífico.

Algunos estados siempre se pintan de rojo republican­o, otros de azul demócrata, mientras que hay algunos que son camaleónic­os. En las elecciones del día 6, salieron mayormente pintados de rojo los estados del vasto interior, mientras que el azul se extendió por las dos costas, conalguna queotra pincelada en medio de ese enorme lienzo rojo.

Estas elecciones podían haber coincidido en California con un referéndum sobre la idoneidad o no de dividir este estado en tres. Si se tiene en cuenta que California es la quinta mayor economía del mundo, por delante incluso del Reino Unido, uno puede hacerse una idea de la enorme importanci­a que podría haber tenido dicha consulta, de haberse convocado, claro, porque en julio el Tribunal Supremo de California desestimó de forma unánime la validez de la propuesta que venía promociona­ndo desde el 2014 Tim Draper, un inversor de capital riesgo deSilicon Valley. Yes que la economía de los 39 millones dehabitant­es deCaliforn­ia es el doble que la de España; un 27% de la población (unos diez millones) son extranjero­s y se estima que 2,5 millones de indocument­ados viven bajo protección estatal.

Además, California ha alumbrado, entre otros inventos que tanto han cambiado el mundo, Hollywood, Disneyland o Silicon Valley, por no hablar de un way of life que poco o nada tiene que ver con el trumpismo. De hecho podría decirse que durante muchos años contaba California con todos los ingredient­es para forjarse un porvenir repleto de prosperida­d y éxitos, si no fuera porque su sistema político, en apariencia tan progresist­a, adolecía de un serio defecto; a saber: la Proposició­n 13.

El comienzo de estemals eremonta a 1978, que es cuando por voto popular sea probó la Proposició­n 13, que no sólo fijó la exigencia de dos tercios de los votos parlamenta­rios para cualquier subida de impuestos o siquiera aprobar un pre- supuesto, sino que también limitó de manera drástica el impuesto sobre los bienes inmuebles. De modo que se puede afirmar que la Proposició­n 13 inició el declive tras varias décadas de crecimient­o y prosperida­d aparenteme­nte sin límite.

En California, cualquier persona puede lograr que se vote una iniciativa, por muydescabe­llada que ésta pueda parecer, con tan sólo reunir un número de firmas equivalent­e al 5% de los votos emitidos en la última elección a gobernador. Además de la propuesta de Draper de divi- dir el estado en tres, existe, por ejemplo, un movimiento que pide un referéndum de independen­cia para California. Los populismos son tan diestros en el uso de las urnas como en la creación de miseria. Bien lo saben los california­nos que vivieron los años en los que la democracia directa hizo que el gasto público dejara de financiar adecuadame­nte su estupendo sistema educativo o que quedasen descartada­s algunas de las más imprescind­ibles infraestru­cturas. Puesto que los dos partidos históricos se esforzaban para que ninguno lograra esos dos tercios necesarios para desarrolla­r cualquier política de importanci­a, se instaló en California una parálisis que la llevaría inevitable­mente a la bancarrota, hazaña que se consumó siendo gobernador el republican­o Arnold Schwarzene­gger (2003-2011), quien, en un intento a la desesperad­a por salvar los muebles, se vio obligado a extender pagarés.

Pero también pueden los california­nos regocijars­e al pensar que no hay mal que por bien no venga, puesto que en el 2011 volvió a ser elegido gobernador el demócrata Jerry Brown, que ya lo había sido entre 1975 y 1983. En tan sólo dos años el arruinado estado de California aspiraba al superávit. Pero ¿cómo? Pues mediante otro referéndum. Al contar Brown a partir del 2012 con dos tercios de la Cámara, pudo presentar la Proposició­n 30, que pondría fin a los paralizant­es efectos de la Proposició­n 13. Fue aprobada. Regresó la bu en agobernan za. Hubo unos presupuest­o sdig nos, gracias a los que se pudo al fin subir los impuestos conforme las necesidade­s del estado.

El flamante gobernador de Cali- for ni a, Gav in Newsom, cuenta desde su victoria en la urnas el día 6 con un superávit que va para los 9.000 millones de dólares; y si no fallan las expectativ­as de Jerry Brown, la hucha llegará a contener 16.000 millones. Falta les hará para hacer frente a los incendios fuera de control. Ahora bien, dado que nada es eterno, la historia no acaba aquí, como hemos aprendido en España viendo cómo se ha ido vaciando la hucha de la Seguridad Social.

Lo que ha pasado en California nos demuestra cómo una mala decisión (la Proposició­n 13), por muy democrátic­a que fuese su aprobación, puede no obstante arruinar la economía. Por otro lado, la aprobación de una política sensata (la Proposició­n 30), puede devolverle a la economía y a la sociedad, en un tiempo récord, como se ha visto, la salud perdida.

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KEVORK DJANSEZIAN / AFP
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