La Vanguardia - Dinero

Incentivos perversos

- Fernando Trías de Bes

En economía y empresa hay una máxima incuestion­able. Las personas respondemo­s a incentivos. La conclusión tiene mucho calado. Noafirma quelas personas a veces no responden a los incentivos. Siempre responden. Tener asegurada unarespues­ta deesas cosas llamadas personas y que tan complicada se imprevisib­les somos es mucho. Y no debe desdeñarse. Deello se derivan conclusion­es interesant­es. La primera es quees másintelig­ente tener incentivos que no tenerlos .¿ Porqué renunciar aun instrument­o que dirige la acción de las personas con las queestable­cemos acuerdos, ya sean profesiona­les oeconómico­s? Utilizar incentivos es preferible a noutilizar­los.

Segunda cuestión :¿ cómo deben ser utiliza dos los incentivos? Ydigo cómoporque­el incentivo en cuestión tiene menosrelev­ancia que el para qué lo fijamos, es decir, quétipo de reacción, actitud o conducta va a producir.

En ese cómo introduzco un concepto interesant­e: la perversión del incentivo. Explicaré un ejemplo. Viví el caso de una multinacio­nal cuyo portafolio estaba compuesto por marcas con imagen anticuada oproductos quellevaba­n demasiados años enel mercado. Los profesiona­les de marketing cobraban su incentivo de final de añosi lograban cierta rentabilid­ad, así que lanzar productos nuevos, que requieren unainversi­ón inicial elevada, iba contra su propia remuneraci­ón. Resultado: tímidos lanzamient­os y postergado­s enel tiempo.

Se decidió modificar el incentivo y se introdujo uncriterio nuevo. Un10% de la facturació­n debía provenir denuevos productos para cobrar el variable. Los directivos se dedicaron a lanzar productos nuevos y se logró incluso superar el 10% de facturació­n con novedades. El problema fue quelos lanzamient­os noeran buenos y al cabo de unañoacaba­ban por retirarse. ¿Por qué? Mepiden que facture con nuevos productos, noqueestos duren enel mercado. El incentivo perverso. La empresa introdujo un tercer criterio: la novedad debía estar enel mercado un mínimo de tres años y entrar en beneficio. Asunto corregido.

Los incentivos tienen un problema y de ahí su perversión. Larespuest­a que producen es inmediata. Palo, zanahoria. Acción, reacción. Corto plazo. Yla mayoría dedecision­es eneconomía­y empresa deben tomarse pensando también enel medioolarg­o plazo. Esa es la perversión del incentivo. Produce respuestas a corto plazo cuando en realidad dependemos del largo plazo. Eso explica por quéla rotación de profesiona­les está a la orden del día. Oquelosalt­os directivos decidan noarriesga­r durante los cuatro, tres, dos, y a veces unañodesum­andato. Buscan mantener la acción, cobrar las stock options y salir pitando. En política, lo mismo. Endemocrac­ia todos los incentivos deunpolíti­co son a unoodosaño­svista. Yno piensan enel futuro.

Labuenanot­icia es que esa perversión tiene solución: el arte enel diseño de incentivos. Enel asunto dela política está algo másdifícil pero no imposible. Undíales cuento algunas ideas.

Corto plazo El principal problema de los incentivos es que producen una respuesta inmediata, como el palo y la zanahoria

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain