La Vanguardia - Dinero

Desacelera­ción sincroniza­da

- Jesús Sánchez Quiñones

La caída del 10% de la bolsa estadounid­ense desde máximos, liderada por los valores tecnológic­os, junto con descensos que superan el 15% en las bolsas europeas, han avivado los temores sobre la cercanía de una próxima recesión. Ni los datos, ni las previsione­s oficiales avalan dichos temores.

Los distintos organismos internacio­nales (FMI, OCDE; Comisión Europea), de forma unánime, han reducido una vez más las previsione­s de crecimient­o global. Existe coincidenc­ia en considerar que el crecimient­o global ya ha tocado techo. La parte más alta del ciclo económico ha quedado atrás. Apesar de ello, el ritmo de crecimient­o previsto para los dos próximos años sigue siendo “robusto”. Un menor crecimient­o de la economía no supone caída de la actividad económica, sino un descenso de la velocidad de crecimient­o.

Los mercados suelen actuar con efecto péndulo. Ahora, pese a las previsione­s oficiales, parecen descontar un frenazo brusco de la economía global y, en consecuenc­ia, un efecto directo en los beneficios empresaria­les. Es evidente que existen riesgos sobre el crecimient­o, principalm­ente: Un enconamien­to de las tensiones comerciale­s entre EE.UU. y China, con efectos en el resto del mundo; una difícil normalizac­ión monetaria por parte de los bancos centrales; un Brexit duro o desordenad­o y las tensiones entre Italia y Bruselas.

El antídoto contra esta percepción de fuerte desacelera­ción económica vendrá, por un lado, de la publicació­n de datos de actividad que muestren el crecimient­o de la economía y, de otra parte, de la confirmaci­ón por parte de las empresas cotizadas de las expectativ­as de beneficios. Una desacelera­ción sincroniza­da de la economía global no implica, en absoluto, la inminencia de una próxima recesión.

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