La tierra de las ‘crazy ideas’
En apariencia, pueden parecer ideas locas, pero algunas de ellas acaban siendo negocios rompedores: por qué Silicon Valley continúa siendo un modelo de innovación
En los últimos días los habitantes en San Francisco han tenido que circular por las calles protegidos con una máscara para respirar, bajo un cielo amarillento y el humo de las cenizas de los incendios que han golpeado el país.
Pero en este área el futuro está más claro que nunca. California, que si fuera un estado sería la séptima potencia económica mundial, es la tierra de las oportunidades donde nacen los inventos disruptivos que pretenden cambiar, ni más ni menos, el futuro de la humanidad.
“Cuentan que aquí la gente no tiene miedo a fracasar. Como las casas son bajas por razones sísmicas, sabes que si te tiras deprimido de la ventana la altura no es para tanto y no te harás mucho daño”, bromea Sebastien Henot, que trabaja en un laboratorio de innovación de Renault Nissan en Palo Alto. La marca francesa es un caso emblemático: no vende ningún coche en EE.UU., sólo está aquí para investigar.
Las empresas californianas acostumbran a citar una encuesta según la cual los ejecutivos reconocen que el 90% de los proyectos digitales “fracasa en cumplir las expectativas y no proporciona mejoras sustanciales”. La diferencia está en el 10% restante, que hará que el negocio no crezca el 10%, sino que se multiplique por diez de forma exponencial.
Iván Bofarull, profesor de inno- vación global de Esade, resume el concepto de esta manera. “Los expertos suelen mirar al pasado, con parámetros antiguos. En cambio, para innovar es necesario desaprender y lanzar soluciones empresariales que pueden hasta sonar a ciencia ficción, según el esquema del ‘¿qué pasaría sí?’, hasta llegar a crear un ecosistema nuevo”.
La escuela de negocios barcelonesa ha establecido un acuerdo de
partnership con la Singularity University, el centro universitario más visionario de EE.UU., fundado por el futurista Ray Kurzweil, célebre, entre otras muchas cosas, por decir queenelfuturo gracias a los avances tecnológicos “las personas tendrán la opción de vivir para siempre”.
En la costa occidental estadounidense la expresión que se oye más a menudo es la que usa Tobias Duschl, ex Tesla y ahora metido en proyectos espaciales: “crazy ideas”, las ideas locas que aquí son bienvenidas. Como dice Pascal Finette, de la Singularity University, se trata de apostar por un modelo de negocio que sea una “mezcla de caos y orden, teniendo en cuenta de que el coste de duplicación, distribución y almacenamiento de los productos tiende a cero”. Deahí que en Silicon Valley resuenen entre los empresarios, aunque parezcan absurdas, frases como“la cuestión no es si podemos confiar en la Inteligencia Artificial, sino si ella puede confiar en los humanos” o “¿y si ya viviéramos en una realidad virtual?”.
Desde la empresa HP, donde ahora trabajan a fondo en la impre- siónen3D,ba san sus previsiones de negocio en varias tendencias globales: la rápida urbanización del planeta (siete de cada diez personas vivirán en una urbe en el 2050); el surgir de una clase media en África para el 2060 (la mitad de su población); el envejecimiento demográfico (el colectivo sénior contará con un poder adquisitivo de 15 billones dedólares enel 2020); el auge delos
freelance (pasarán a ser el 40% de la fuerza laboral) ylahíp erg loba lización de los datos (20.400 millones de aparatos conectados en el 2020).
Pues en Silicon Valley intentan trasladar al terreno empresarial la aplicación de estos fenómenos. Y aquí el terreno es fértil para que esto ocurra. “Dos elementos juegan a favor del clima propicio a la innovación en California: el acceso al capital y el marco jurídico. Por ejemplo, no hay ninguna cláusula que im-