La empresa que lleva la salud a la oficina
Biwel desarrolla programas de bienestar para empresas y ahora también para el Institut Català de la Salut “Apartir de los treinta años, nos volvemos más sedentarios, comemos peor, tenemos más estrés… Entre el trabajo, los hijos o los padres nos falta tiempo para cuidarnos. Vimos que la solución pasaba por llevar los hábitos de vida saludables al trabajo”, explica Estel Mallorquí, consejera delegada y fundadora de Biwel. Fundada en el 2012, esta start-up de Sant Cugat desarrolla programas de bienestar a medida para empresas. Ofrece también formaciones y distintas plataformas vinculadas con la salud en el trabajo, además de contar con una metodología propia que incluye la realización de 10 minutos de ejercicio al día.
Los servicios de Biwel son tan beneficiosos para la salud de los empleados como para las empresas y el conjunto del sistema sanitario. “Conseguimos un aumento del 30% en la actividad física, una reducción de un 30% en el tiempo medio de bajas laborales por trastornos musculoesqueléticos, y las empresas obtienen un retorno de dos euros por cada euro invertido”, asegura Mallorquí. Más de 30 compañías trabajan ya con Biwel, entre las que destacan grandes firmas como Suez, FCC, Encofrados J. Alsina, Lacer, Grifols, Henkel o Freixenet. Una de las últimas en sumarse al carro ha sido el Institut Català de la Salut (ICS), para quien Biwel ha creado una plataforma y aplicación móvil de bienestar y salud laboral dirigida a sus más de 40.000 trabajadores. Biwel prevé finalizar el año con una facturación de 250.000 euros.
La empresa emergente, que ocupa a seis trabajadores, está cerrando una segunda ronda de financiación por valor de 400.000 euros. “El dinero nos ayudará a seguir creciendo y a trabajar con más empresas así como a iniciar un proyecto de ciudades sostenibles”, avanza la fundadora. Para el próximo ejercicio, Mallorquí explica que el objetivo es internacionalizarse, empezando por el mercado sudamericano. En la actualidad, Biwel ya está presente en varios países a través de sus clientes, muchos de los cuales son multinacionales.
Mallorquí creó la empresa con una inversión inicial de 40.000 euros, a los que se sumaron otros 40.000 de un crédito Enisa. En el 2017 lanzó una primera ronda de financiación de 185.000 euros, de los cuales la mayor parte fueron aportados por el grupo Atlàntida, que entró a formar parte de la empresa.