Presupuestos de la discordia
Tras el rechazo independentista, el único acuerdo capaz de garantizar la estabilidad económica ante un shock que se anuncia es el de PSOE, PP y CS
Puede que el bloque constitucionalista, roto después de la moción de censura, se reponga tras las elecciones
Los independentistas catalanes se han dado un tiro en el pie al rechazar por razones políticas la aprobación de los presupuestos generales del Estado (PGE) para el 2019. Con su actitud ha visualizado que el único pacto capaz de garantizar la estabilidad económica ante unp osi bleshockqu ese nos viene encima es el del bloque constitucional is ta. Al menos eso es lo que se comenta entre las élites del poder. La suma delos escaños del P SO E,PPy Ciudadanos suponen el 75% delasoberanía nacional representada en el Parlamento.
Un hombre de la experiencia política de Carles Campuzano, portavoz del grupo parlamentario catalán, no se ha cansado en repetir que es un grave error mezclar las negociaciones presupuestarias con el proceso judicial al que se ven sometido los dirigentes del independentismo. Son cosas distintas, es tanto como confundir churras con merinas. Las declaraciones de la dirigente de ERC Marta Rovira preguntándose desde su retiro en Ginebra “¿cuántas partidas presupuestarias valen mi libertad?”, así parece indicarlo. En su opinión “estos presupuestos siguen siendo los de un Gobierno represor”.
Con este tipo de actitudes se ma- logra la posibilidad de construir un gobierno “a la portuguesa” en la próxima legislatura; un gobierno progresista que al parecer está funcionando concierto éxito. Las posibilidades de articular un tripartito en España pivotado por el PSOE y otro en Catalunya dirigido por ERC las han tirado por la borda los dirigentes alicortos.
Es más que evidente que esta legislatura, después del tiro de gracia que los dirigentes nacionalistas independentistas han dado al Gobierno Sánchez, está más que agotada. La aprobación presupuestaria era simplemente un ensayo general ante la próxima legislatura, que sería donde de verdad se tomarían las grandes decisiones. Todo lo que había que hacer era no pifiarla.
Con este fracaso se ha puesto de manifiesto que el “frente popular” entre la izquierda y los nacionalistas sirve para destruir, pero nopara construir. Permitió derrocar al gobierno de Mariano Rajoy, pero no ha servido para aprobar los PGE –que es lo que hubiese permitido a Sánchez terminar la legislatura–. Cuando un camino queda a negado, necesariamente hay que abrir otros.
Dado que en política el vacío no existe y siempre lo llenan otras fuerzas, es de suponer que el bloque constitucional is ta que saltó por los aires con la moción de censura, volverá a recomponerse el día después de las elecciones.
Sin embargo, Pedro Sánchez no se da por vencido. Hasta el último momento está intentando recomponer la situación y dehechoel Gobierno está trabajando con un doble escenario. Los ministerios siguen a toda máquina para poder presentar ante el Parlamento las cuentas del Reino antes de que finalice el mesdediciembre. Si nologran el apoyo parlamentario necesario, se pasará al plan B. Este consiste en aprobar un “macro decreto ley” de actuaciones presupuestarias quepermitiría subir las pensiones y los salarios de los funcionarios, así como los impuestos y el resto de medidas pactadas con Podemos.
Una auténtica tomadura de pelo, que sería apoyada por los nacionalistas vascos y catalanes. Ni prórroga, ni presupuestos… ¡una auténtica chapuza!