La Vanguardia - Dinero

¿Reino Unido aprobará el Brexit pactado?

- Pedro Sastre Jiménez

En las últimas semanas he seguido con gran expectació­n los acontecimi­entos relativos a la separación, no sé si definitiva, de Reino Unido de este gran invento de prosperida­d y paz llamado Unión Europea.

El caso es que, y con relación al principio de acuerdo alcan- zado entre ambas partes hace dos semanas, no pude evitar mi sorpresa ante la peculiar entrevista realizada por la respetable BBC a un alto funcionari­o comunitari­o. En esta, el funcionari­o expresaba su cansancio personal y hastío institucio­nal con relación a todo el proceso, comentando su deseo de cerrar un acuerdo definitivo, firmar cuanto antes y “dedicar los esfuerzos de la UE a nuestros verdaderos problemas”. Al repor- tero británico no le debió de gustar mucho la respuesta, ya que dio por concluida, de una forma más bien brusca –o no muy británica–, la conversaci­ón.

Esta aparente dificultad por querer aceptar la realidad, esa que apunta a que la UE aprueba sin aspaviento­s la marcha de uno de los socios más poderosos a la par que problemáti­cos en la corta historia de la institució­n, podría ser la antesala de la realidad que se nos avecina.

En efecto, la Unión Europea situó en esta semana la pelota de nuevo en el tejado británico al dar su visto bueno, por unanimidad y sin fisuras de última hora, al acuerdo de retirada del Reino Unido y a la declaració­n política sobre la relación futura entre ambas partes. La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno autorizó así un documento complejo y extenso, en el que se garantiza además la no existencia de una frontera dura que divida Irlanda y se aclara el papel particular de España en los futuros acuerdos entre la UE y Reino Unido en todo lo relativo a Gibraltar. La Unión Europea ha hablado y lo ha hecho de forma contundent­e: el acuerdo firmado es el único “posible”.

El Gobierno de Theresa May, por su parte, dispone ahora de dos semanas para convencer a los miembros de la Cámara de los Comunes de que es este, y no otro, el acuerdo definitivo que regirá su relación con la UE a partir del 29 de marzo del 2019.

La votación, prevista en algún momento de la semana que comienza el 10 de diciembre, se plantea problemáti­ca ya que May no contaría con el visto bueno de al menos 50 diputados conservado­res, que se añadirían a los 10 del Partido Unionista Irlandés y a la práctica totalidad de los miembros laboristas, nacionalis­tas escoceses y liberal-demócratas. Por el contrario, hay quien pronostica que el voto al final será favorable al acuerdo, por lo negativo que implicaría renegociar­lo de forma apresurada –podría haber más de una votación– o por el miedo que supone el salto a lo desconocid­o tras la fecha límite.

La realidad apunta a semanas de incertidum­bre esperando la decisión británica. En este impasse conviene no olvidar que, en el caso de no

deal, este puede organizars­e de forma ordenada –acuerdos en paralelo para no interrumpi­r la actividad económica– o de forma caótica, con las implicacio­nes que a corto plazo tendrá una u otra decisión en la economía y los mercados. Como opciones alternativ­as de última hora figuran la extensión del artículo 50, que haga a Reino Unido permanecer más tiempo en la UE, o la convocator­ia de un segundo referéndum. ¿Y si el Reino Unido no se fuera al final de la UE?

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