Skateboards artísticos
El canal online gana músculo y se amplía al cliente con poder de compra
La estética de la cultura urbana se impone en una generación que hace de la imagen una de sus señas de identidad. Una de sus marcas fetiche, la neoyorquina Supreme, que entremezcla moda, cultura skater y arte contemporáneo, ha producido desde 1998 series limitadas de tablas de skate, diseñadas por algunos de los artistas más relevantes del panorama internacional, como Jeff Koons, Damien Hirst, George Condo o KAWS, entre otros muchos, y coproducciones con marcas como Louis Vuitton.
Como el gusto por el coleccionismo no entiende de edades ni clases sociales, el joven californiano Ryan Fuller se dedicó durante 20 años a reunir apasionadamente todas y cada una de las 248 tablas que esta compañía produjo. El resultado fue una colección única en manos privadas que despertó el interés de Sotheby’s cuando este decidió poner esta rareza a la venta. Abrumados por el inusitado interés de fans de la cultura skate y coleccionistas de contemporáneo, la casa de subastas comunicó la semana pasada que, después de haberla exhibido en su sede del Upper East Side de Nueva York, la había vendido a través de su plataforma online, como pieza única, por ¡800.000 dólares!
Más allá de lo anecdótico de esta venta, se abren algunas reflexiones que muestran las tendencias del mercado de las subastas: se pone poco énfasis en dilucidar la difusa línea entre arte contemporáneo y diseño, y en parte equiparan estas ediciones con la obra gráfica por ser series limitadas de artista. La colección se vendió por el canal online-only, (100% digital) y por tanto no le cargó la comisión o buyer’s premium. Por una cantidad que sobrepasa de mucho los 12/15.000 dólares de promedio de estas ventas. Es interesante ver que, cerradas sedes como la antigua y entrañable de Christie’s en South Kensington de Londres el 2017, donde se vendían los lotes de menor importe y mucha memorabilia, el canal online cobra fuerza en el relevo y se presenta como el idóneo para ampliar la base de clientes y conectar con colectivos globales que, teniendo un alto poder adquisitivo, históricamente han estado lejos del coleccionismo tradicional.