Tigres vegetarianos
El liberalismo busca encontrar el modo de neutralizar el nacional populismo que causa la revolución tecnológica
La revolución tecnológica crea pavor en la sociedad y origina el retorno “a la tribu”
Los efectos de la IA son objeto de preocupación, por el temor a perder empleos
A Antonio Garrigues Walker le gusta decir que un liberal conservador es como un tigre vegetariano. Actualmente hay tres partidos españoles: PP, Ciudadanos y Vox, que se disputan el espacio neoliberal, por lo que son considerados por sus adversarios los culpables de las crisis económicas de las últimas décadas. Representan“las derechas” que, aunque desde perspectivas y planteamientos distintos, defienden el libre mercado y un sistema fiscal menos agresivo para familias y para empresas.
Pues bien, a este cliché ha dado respuesta un eminente doctor de Economía por la Universidad de Chicago e ideólogo económico de Ciudadanos, Luis Garicano, en su ensayo recién publicado El contrataque liberal (Editorial Península). En él defiende que el terremoto económico que estamos presenciando en todos los países y en todos los sectores de actividad económica es el resultado del cambio tecnológico acelerado que estamos experimentando. En su opinión, la inteligencia artificial va a provocar un importante aumento de la productividad. El inconveniente es que durante un periodo de transición va a dejar sin empleo a muchos profesionales que realizan un trabajo rutinario, ya sea este manual o intelectual.
Esta situación, unida a la globalización y a la irrupción de China como la potencia económica, está provocando miedo y ansiedad en la población. La suma de todos es- tos factores ha hecho renacer el “nacional populismo con inserción social” en todo el mundo. Es lo que el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa definió como “la vuelta a la tribu” durante la presentación de esta obra en la Fundación Rafael del Pino. Se trata de un caldo de cultivo que ha permitido que vuelvan a renacer ideologías arcaicas que tantos “muertos dejaron, comoson el nacionalismo y el populismo”, dijo.
Según Garicano, estamos viviendo una situación que recuerda a los años treinta del siglo pasado, cuando los trabajadores se sentían amenazados por las máquinas que habían surgido al calor de la revolución industrial: la gente tiene miedo y regresa a la tribu, “aunque la historia ha demostrado que los beneficios del progreso son muy superiores a los sacrificios que inicialmente comporta y que al final habrá trabajo para todos. Pero la cuestión es cómo paliar los problemas que tiene la sociedad en el momento actual”.
Esto es lo que explica el resurgir de nacionalismos exacerbados. En Reino Unido, con el Brexit; en Estados Unidos, con Donald Trump; en Italia, con Mateo Salvini y sus políticas xenófobas; en Hungría, con Viktor Orbán y su veto a la prensa independiente; en Turquía, con Recep Tayyip Erdogan intentando transformar el país en una autocracia.
Para hacer frente al desasosiego de los ciudadanos provocado por los cambios económicos y sociales derivados de la globalización y la automatización, “los liberales proponemos reforzar el Estado de bienestar y potenciar el papel de las instituciones para recuperar la seguridad perdida”. En su opinión, las democracias liberales se equivocaron cuando bajaron la guardia y creyeron que estábamos ante el fin de la historia, pues habían triunfado los valores de la Ilustración. Pero la realidad era otra muy distinta, como se encargaron de demostrar el yihadismo, el crac financiero del 2008 o la crisis de Europa unos años después. “Nos habíamos equivocado, porque si es cierto que habíamos ganado la batalla en el terreno de la razón, la habíamos perdido en el campo de las emociones”.