Financiación en arte
En Estados Unidos está muy extendido que el sector financiero gestione productos para dejar dinero a los coleccionistas contra sus obras de arte, lo que les permite a estos ganar liquidez sin necesidad de venderlas. Una práctica que en el resto del mundo es poco habitual, en entornos financieros se considera el mercado del arte un mercado muy tradicional y poco sofisticado financieramente.
En este contexto, y en una fase económica expansiva, el 2015 se creó en Nueva York Athena Art Finance con unos fondos de 280 millones de dólares aportados por dos colosos, The Carlyle Group y Pictet Group. Nacía con la vocación de proveer soluciones financieras, flexibles y discretas, al mercado global de arte blue-chip, léase, obras de artistas que se espera que sean vendibles fácilmente en el mercado con importantes revalorizaciones, más allá de la situación económica general. Un mercado muy goloso que el informe de ArtTactics para la feria Tefaf indicaba que globalmente en el 2017 ascendió a cerca de 20.000 millones. Un mercado básicamente focalizado en los coleccionistas, pues la cuota de los galeristas era inferior al 10%.
La semana pasada trascendió que la plataforma de inversiones YieldStreet, respaldada por George Soros, adquiría Athena por sólo 170 millones. Pese a que sus gestores declararon que “el mercado financiero en arte es excitante y plantea nuevas opciones de inversión”, a nadie se le escapa que Athena, que lleva prestados ya más de 225 millones garantizados en arte, ha sufrido una depreciación de 110 millones en cuatro años. Desconocemos las cifras de otras entidades financieras, pero nos preguntamos si esta adquisición indica un crecimiento en las expectativas de este mercado, motivado por cifras como las del informe de Tefaf, o si más bien es una alerta de que este nicho de mercado ya no es ni sostenible ni genera beneficios.