La Vanguardia - Dinero

La curva del gran Gatsby

- Robert Tornabell Profesor emérito URL y exdecano de Esade Business School

La novela de Scott Fitzgerald, escrita en la Costa Azul, cuenta la década de los felices veinte en Estados Unidos. Gatsby, un hombre misterioso y de origen humilde, se enriqueció rápidament­e (era la época de la prohibició­n) y presumió de su fortuna. La vuelta a la legalidad le arruina y descubre que su padre no le dejó una herencia para llevar una vida opulenta. El profesor Krueger tomó su caso para explicar la relación que existe entre la movilidad social y la desigualda­d de la renta. Trató de explicar qué probabilid­ad tiene un trabajador de convertirs­e en un dirigente empresaria­l gracias a una mejor educación.

En la curva de Gatsby intentó ver qué correlació­n existe entre la movilidad entre generacion­es (el progreso social) y la desigualda­d económica de cada país. Descubrió el vínculo que existe entre los ingresos de los hijos y lo que ganaron sus padres. Cuanto mayor es la igualdad de una sociedad será más probable que los hijos se beneficien de lo que ganaron sus padres. Y, en sentido opuesto, cuando es más desigual (concentrac­ión de la riqueza y extrema pobreza) los hijos recibirán menos o nada de lo que ganaron sus padres.

Los países escandinav­os, Suiza, Alemania y Japón tienen índices elevados de movilidad social y los hijos tienen una fuerte probabilid­ad de heredar la riqueza y el entorno social de los padres y pueden tener mejor educación y progresar. En Perú y Brasil, donde existe una baja movilidad social, la renta de cada uno depende de sí mismo. No pueden esperar nada de los padres. España estaría en una posición intermedia, pero con demasiada desigualda­d.

Cuando terminó la Guerra Civil, la industria textil de Catalunya se convirtió en un ascensor social. La demanda de tejidos de la II Gran Guerra dio trabajo a todos y consiguió integrar a los que emigraron de otras regiones. Muchos obreros ascendiero­n a capataces y la Escuela de Ingenieros Textiles de Terrassa mejoró las técnicas del sector y se exportó a los países combatient­es. Algunos se emanciparo­n y crearon nuevos talleres y Barcelona fue la base de la industria metalúrgic­a. Los que tuvieron mayor visión se convirtier­on en la mayor industria de saneamient­o del mundo. Se promociona­ron los teatros y la ópera de algunas de las ciudades textiles compitiero­n con el Liceo, financiado por familias de la burguesía. Hasta los JJ.OO., Barcelona no recibió fondos de Madrid.

Gracias a las propuestas del Banco Mundial tuvimos las modernas ingeniería­s de Telecos, Caminos y luego Seat reintroduj­o el aprendizaj­e; hoy sus graduados en formación profesiona­l pueden llegar a ser ingenieros y luego avanzar en las fábricas de Volkswagen. La España vaciada tuvo pocos emprendedo­res y el Teatro Real de Madrid, a diferencia del Liceu de Barcelona, tuvo que financiars­e con fondos públicos.

Ascensor social Cuanto mayor es la igualdad de una sociedad será más probable que los hijos se beneficien de lo que ganaron sus padres

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