Futuros telemigrantes
Richard Baldwin no trae buenas noticias para la atribulada clase media occidental. En su anterior libro, Lagranconvergencia, el director delCentrefor Economic Policy Research de Londres recordaba que la revolución de las comunicaciones en los noventa provocó la segunda globalización al reducir radicalmente el coste de trasladar ideas por el mundo, deslocalizando fases dela producción a países de salarios bajos. La tercera globalización, avisaba, llegará al bajar el coste de transportar personas.
Ese momento ha llegado, como expone en La convulsión globótica. Y si la anterior ola afectó a los trabajadores manuales pero benefició a los que utilizabanel intelecto, esta los amenazarágravemente. Por unlado, la traducciónautomáticadeinternethapermitido untsunami detalento: con ella y con las excelentes conexiones a internet muchas personas de países donde10dólares a la hora son ingresos de clase media pronto serán nuestros compañeros de trabajoosustitutos. Unamareaqueafectaalosempleos que han sido los pilares de la clase media. Además, con la telepresencia y la realidad aumentada esos trabajadores remotos serán menos remotos. Son los nuevos telemigrantes de un teletrabajo global. Y a eso se le suma la nueva fase de la automatización, con nuevos robots de cuello blanco que hablan veinte idiomas y atienden cientos de llamadas a la vez.
Latercera globalización máslanuevaformaderobótica llevan a la explosión globótica, que llega a velocidad brutal y que Baldwin avisa de que para muchos resultará tremendamente desleal: los telemigrantes pedirán un salario inferior –no tendrán las mismasleyeslaborales ni costes devivienda ni pagarán los mismos impuestos– y aún menos los nuevos robots. Sesocavarán los logros sociales ylos salarios. Los trabajadores de cuello blanco pedirán proteccionismo como han hecho los de las manufacturas. Quedarán los trabajos que requieran interacciones cara a cara, los que subrayen las ventajas del trato humano: inteligencia social y emocional, creatividad, espíritu innovador, capacidad de afrontar imprevistos. La segunda globalización llevó a guerras mundiales y ahora tocaría, dice Baldwin, realizar políticas quefaciliten la adaptacióndelostrabajadores y hallar maneras para que el ritmo de sustitución sea aceptable para la mayoría de votantes.