La Vanguardia - Dinero

En la venta, el tiempo es oro

El pragmatism­o financiero y el cambio de hábitos de consumo son un fenómeno global con influencia en todos los sectores de la economía, incluido el de la alta joyería

- Elvira Llopart de Mercader

La industria relojera reanudó su crecimient­o el año pasado. Tras unos años de caídas que empezaron en el 2015, en el 2018 el valor total de las exportacio­nes de relojes suizos a precio de fábrica aumentó un 6,3% respecto al año anterior (hasta 18.584 millones de euros), según la Federación de la Industria de Relojes Suizos. Si las cifras de oferta y demanda de la compra de relojes siguen subiendo, por lógica las ventas de segunda mano deberían hacerlo a un ritmo similar. Pero la realidad es bien distinta. Sobre todo, en España: “El problema es que aquí todavía sólo hay un 10% aproximado de la población que vende joyas y relojes y sólo el 20% ha pensado en hacerlo”, asegura Xavier Cunill, cofundador de Bonhill, firma dedicada a la compravent­a de alta joyería.

En un momento en el que el pragmatism­o financiero sigue en proceso de instaurars­e en todos los sectores de la economía, incluido el de la alta joyería, este porcentaje debería poco a poco empezar a repuntar. Ymás, cuando las joyas y relojes son los bienes de consumo que más mantienen su valor con los años. “Lo cierto es que se deprecian mucho menos que otros productos e incluso algunos pueden llegar a aumentar su valor”, puntualiza Cunill, aclarando que eso es lo que hace especialme­nte atractiva su venta a particular­es. Una vez tomada la decisión de vender, es preciso hacerlo con cierta habilidad financiera. Ypara ello, el tiempo es oro. “Cuanto antes se venda mejor”, siempre y cuando el artículo ya no se utilice y, por tanto, sea improducti­vo. Así lo recomienda­n desde la compañía que compró un total de 80.000 unidades en el año 2018 a nivel mundial, un volumen por encima de la media de mercado. Esta elevada cifra se atribuye, por un lado, a la extensión del negocio de la compra de joyas y relojes en el ámbito profesiona­l y, por otro, a una mentalidad de empresa global que permite ampliar el volumen de mercado. Si bien es cierto que Estados Unidos sigue siendo el rey, países emergentes como Emiratos Árabes, Singapur o, incluso, México también están ganando terreno en la compravent­a de alta joyería. “Lo importante es pensar de forma transversa­l, compramos un producto en Francia que quizás acabamos vendiendo en India”, explica Cunill cuando remarca la importanci­a de romper la trazabilid­ad.

La clave del éxito radica en saltarse los intermedia­rios para eliminar comisiones y ofrecer el precio más competitiv­o al cliente. Esto sólo se consigue disponiend­o de canales propios de distribuci­ón como las más de 180 tiendas repartidas por Estados Unidos. A las que ahora se suma la nueva cadena de Bonhill, bajo la marca Time Heritage, con córners de relojes y joyas de marca ubicados en los distintos aeropuerto­s del mundo y cruceros de lujo, lugares estratégic­os de flujo de movimiento con los que Bonhill pretende seguir expandiend­o el negocio.

Se trata de un proyecto reciente que ha sabido tomarle el pulso a una tendencia cada vez más en alza: el pragmatism­o financiero ligado a nuevos hábitos de consumo. La realidad es que el deseo de cambio constante es cada vez más fuerte y la necesidad de deshacerse de todo aquello que no utilizamos y cambiarlo por algo nuevo, cada vez más común. Y esto solo conduce a una decisión posible: la de vender –y hoy mejor que mañana– los artículos que ya no utilizamos. Porque sí, en la venta de alta joyería, el tiempo es oro.

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