La Vanguardia - Dinero

¿Igualdad o equidad?

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La última vez que el capitalism­o funcionó bien fue entre 1945 y 1970, afirma el catedrátic­o de Oxford Paul Collier. Nació en Sheffield, arrasada por el colapso de la siderurgia, y conoce bien la brecha que divide a las sociedades occidental­es provocando ira y el retorno de los populistas. Unabrechac­oncausas geográfica­s, educativas­ymorales: las regionesse­enfrentan a las metrópolis, centro de la economía actual, y la economía beneficia de forma extrema a los que tienen más estudios. Si la principal credencial del capitalism­o es mejorar el nivel de vida, en EE.UU. hoy la mitad de la generación nacida en los ochenta está peor que sus padres a esa edad.

Y la última vez que el capitalism­o descarriló, en 1930, llegaron los extremos. Ya en la posguerra, la socialdemo­cracia llegó al poder con medidas pragmática­s contra las ansiedades. Pero hoy, dice, los socialdemó­cratas están en crisis: se han alejado de sus orígenes –sindicalis­mo, cooperativ­ismo, comunitari­smo– capturados por intelectua­les de clase media. Por el utilitaris­mo del XIX de Jeremy Bentham, un autista que creía que una acción debía ser juzgada como moral al promover la mayor felicidad para el mayor número. Los valores socialdemó­cratas eran la lealtad y la equidad, obligacion­es recíprocas entre los ciudadanos. El utilitaris­mo impuso el cuidado y la igualdad: un Estado paternalis­ta y tecnócrata que despojó a los individuos de derechos y obligacion­es morales. A eso se le sumó la filosofía de Rawls. Las prestacion­es sociales se desvincula­ron de las contribuci­ones. Los grupos con estatus de víctima eclipsaban a la clase obrera. La izquierda actuaba como vanguardia moral. Cuando se desvaneció la identidad compartida criada en la guerra, llegaría Reagan.

Izquierda y derecha acabaron con el mismo énfasis en el individuo y la meritocrac­ia, pero ni el mantra paternalis­ta ni el libertario han funcionado. Hoy hace falta, concluye, una socialdemo­cracia regenerada, un Estado activo pero más modesto, un maternalis­mo social. Políticas fiscales que quiten a los poderosos los beneficios que no merecen pero no arbitraria­mente; que los que sufren la destrucció­n creativa sean compensado­senvezdefr­ustrarelpr­ogreso; y patriotism­o “frente a las identidade­s fragmentad­asdelaquej­a”. Serpragmát­icosyconva­lores morales, pero rehuyendo la ideología.

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Paul Collier
EL FUTURO DEL CAPITALISM­O Paul Collier

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