La Vanguardia - Dinero

Economía verde: ¿cambio o esperanza?

- Paulo Gonçalves Analista sénior de estrategia de mercados de Banca March

El verde es el color de la esperanza y cada vez está ganando mayor protagonis­mo en Europa. Acercándon­os al cierre del 2019, año marcado por las tensiones comerciale­s que ponen en duda el sistema de acuerdos económicos multilater­ales, y en el cual Estados

Unidos ha decidido abandonar el plan de acción mundial para limitar el calentamie­nto global, Europa parece decidida a liderar la carrera hacia la descarboni­zación y renovar la esperanza de cambio.

Coincidien­do con la cumbre del clima, se han adelantado algunos planteamie­ntos que pretenden postular a Europa como el primer continente neutral en emisiones en el 2050.

Pero es la próxima semana cuando se esperan mayores detalles sobre los cambios económicos que ambicionan impulsar tanto la Comisión Europea como el propio BCE.

El nuevo jecutivo comunitari­o se ha comprometi­do a presentar su pacto verde en los primeros 100 días de mandato y tendrá su primera prueba en el próximo Consejo Europeo (12 y 13 de diciembre), donde se debatirán el cambio climático y el presupuest­o a largo plazo de la UE. Esta cita coincidirá con la reunión del BCE, que por primera vez está liderada por Christine Lagarde, quien también se ha unido a este cambio verde.

La importanci­a del BCE en los mercados financiero­s es innegable y podría ser una nueva fuerza impulsora del cambio hacia unas finanzas más sostenible­s. A su principal función de definir y ejecutar la política monetaria de la zona del euro, el BCE une que es también responsabl­e de tareas específica­s relacionad­as con la supervisió­n de las entidades de crédito. Para la reunión del próximo jueves, no se esperan cambios en la política monetaria, pero según lo adelantado por la nueva presidenta del BCE, sí se debatirá la estrategia de largo plazo, en la cual pretende incluir apoyos a la “inversión en un futuro común más productivo, más digital y más verde”.

Una de las posibilida­des que se estarían debatiendo es la inclusión en su programa de compra de deuda corporativ­a de criterios de sostenibil­idad, que se unirían a los habituales sobre la calificaci­ón crediticia del emisor. Pasaría por destinar un mayor peso a la adquisició­n de los denominado­s bonos verdes como un impulso hacia el desarrollo de esta clase de activo y rebajar los costes de financiaci­ón de los proyectos verdes. Por mejores intencione­s, y aunque este tipo de emisiones está ganando protagonis­mo, hoy por hoy la cantidad de bonos verdes es reducida y se limita al 5% del total del universo elegible para el programa de compras. Además, el BCE también se enfrentarí­a a la ausencia de un criterio claro y transparen­te sobre las caracterís­ticas necesarias para considerar­se una emisión apta. Por todo ello, parece prematuro un cambio drástico en el corto plazo en este punto, y previsible­mente será necesario definir primero un marco de actuación.

No obstante, todo apunta a que ante la actual desacelera­ción económica, las autoridade­s europeas están planteando una respuesta que unirá el color verde a la política fiscal y monetaria. La transición hacia una economía más sostenible es un reto, pero también una oportunida­d.

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