Economía verde: ¿cambio o esperanza?
El verde es el color de la esperanza y cada vez está ganando mayor protagonismo en Europa. Acercándonos al cierre del 2019, año marcado por las tensiones comerciales que ponen en duda el sistema de acuerdos económicos multilaterales, y en el cual Estados
Unidos ha decidido abandonar el plan de acción mundial para limitar el calentamiento global, Europa parece decidida a liderar la carrera hacia la descarbonización y renovar la esperanza de cambio.
Coincidiendo con la cumbre del clima, se han adelantado algunos planteamientos que pretenden postular a Europa como el primer continente neutral en emisiones en el 2050.
Pero es la próxima semana cuando se esperan mayores detalles sobre los cambios económicos que ambicionan impulsar tanto la Comisión Europea como el propio BCE.
El nuevo jecutivo comunitario se ha comprometido a presentar su pacto verde en los primeros 100 días de mandato y tendrá su primera prueba en el próximo Consejo Europeo (12 y 13 de diciembre), donde se debatirán el cambio climático y el presupuesto a largo plazo de la UE. Esta cita coincidirá con la reunión del BCE, que por primera vez está liderada por Christine Lagarde, quien también se ha unido a este cambio verde.
La importancia del BCE en los mercados financieros es innegable y podría ser una nueva fuerza impulsora del cambio hacia unas finanzas más sostenibles. A su principal función de definir y ejecutar la política monetaria de la zona del euro, el BCE une que es también responsable de tareas específicas relacionadas con la supervisión de las entidades de crédito. Para la reunión del próximo jueves, no se esperan cambios en la política monetaria, pero según lo adelantado por la nueva presidenta del BCE, sí se debatirá la estrategia de largo plazo, en la cual pretende incluir apoyos a la “inversión en un futuro común más productivo, más digital y más verde”.
Una de las posibilidades que se estarían debatiendo es la inclusión en su programa de compra de deuda corporativa de criterios de sostenibilidad, que se unirían a los habituales sobre la calificación crediticia del emisor. Pasaría por destinar un mayor peso a la adquisición de los denominados bonos verdes como un impulso hacia el desarrollo de esta clase de activo y rebajar los costes de financiación de los proyectos verdes. Por mejores intenciones, y aunque este tipo de emisiones está ganando protagonismo, hoy por hoy la cantidad de bonos verdes es reducida y se limita al 5% del total del universo elegible para el programa de compras. Además, el BCE también se enfrentaría a la ausencia de un criterio claro y transparente sobre las características necesarias para considerarse una emisión apta. Por todo ello, parece prematuro un cambio drástico en el corto plazo en este punto, y previsiblemente será necesario definir primero un marco de actuación.
No obstante, todo apunta a que ante la actual desaceleración económica, las autoridades europeas están planteando una respuesta que unirá el color verde a la política fiscal y monetaria. La transición hacia una economía más sostenible es un reto, pero también una oportunidad.