Beneficios electorales
Todavía no hemos olvidado las múltiples idas y venidas del conflicto comercial mantenido por China y Estados Unidos y cuando parecía solucionado (al menos en parte), desde Washington ya han encontrado un nuevo foco en el que centrar su atención. No hay que olvidar que este 2020 es año electoral, por lo que Donald Trump no dará puntada sin hilo. Hay una clara relación entre aquellos presidentes que han concurrido a la reelección con un entorno económico positivo para el elector y aquellos que lo han hecho con un período negativo en los ejercicios inmediatamente previos. Así, el actual líder republicano pondrá todo de su parte para que la buena salud del consumo americano (el cual representa entre un 60-70% del PIB de la región) continúe, al menos, hasta noviembre. Pero no sólo la economía le otorga votos, sino también la geopolítica. Y es aquí donde entra en juego la reciente ejecución del general iraní Qasem Soleimani. No cabe duda de que gran parte de los votantes de Trump se identifican con el conocido lema make America great again, lo que incluye defender a toda costa los intereses del país donde sea que estén situados. Así, el reciente acto militar tiene una implicación electoral directa a través de la exaltación patriótica, pero también a través de la economía: curiosamente (o no) el principal activo afectado por un aumento de la tensión con Irán es el petróleo. Esto podría ser un problema para el consumidor americano, si no fuese porque la región es exportadora neta de crudo gracias a las nuevas técnicas de fracking. Por lo tanto, un aumento en el precio del oro negro, provocado por una escalada (dialética o militar) entre ambos países, podría llegar a ser, incluso, un nuevo empujón para el crecimiento yanqui. Nada es casualidad en la primera potencia mundial, y menos en año electoral.
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