Habilidades 2030
Si los primeros informes sobre el impacto de la inteligencia artificial y la robótica referentes a la pérdida de empleos hubiesen acertado, estaríamos ante un gran desastre social. Pero que las cosas no vayan tan rápidas no quiere decir que el impacto ocupacional de las tecnologías 4.0 no será importante. Muchas profesiones y trabajos deberán adaptarse. Vamos de lleno a un mundo de suma de inteligencias en el que ni mucho menos la inteligencia de las personas es el lado débil de la ecuación entre personas y máquinas. En esta etapa de transición en la que ya hemos entrado, el debate sobre los conocimientos y las habilidades profesionales que necesitarán las personas emerge con fuerza. En cuanto a los conocimientos, se insiste poco en que los países sin una fuerte vocación estructural por los estudios superiores STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) tendrán lagunas de talento que condicionarán su desarrollo. Pero hablamos todavía menos de cómo deberán evolucionar las habilidades de las personas para adaptarse al nuevo paradigma de suma de inteligencias.
En los últimos años he tenido oportunidad de reflexionar con numerosos equipos directivos sobre cómo deberán evolucionar los perfiles profesionales de su organización en la próxima década ante los cambios que se avecinan. Es un debate importante porque la mayoría de las personas ofrece un rendimiento profesional singular asociado a cómo es su perfil en forma de T( T-shape people). La parte vertical de la T son los conocimientos en los que una persona ha profundizado, lo que ha estudiado, y que normalmente le sirve para encontrar el primer trabajo. La parte horizontal de la T son las habilidades que le permiten desarrollar su parte más relacional y organizacional. La gente dibuja una ecuación singular entre conocimientos y habilidades que acostumbra a explicar bastante bien la trayectoria profesional de cada uno.
Las habilidades profesionales que una empresa debe potenciar ante el futuro son singulares, en función del sector en el que opera, de su cultura corporativa o de su exposición a la disrupción. Si hacemos una síntesis de las habilidades que más han salido en estas reuniones directivas, aparece un mapa repartido en cuatro ámbitos: la relación con las tecnologías, la relación entre las personas, la innovación y la agilidad. Entre las habilidades que tienen relación con las tecnologías emergentes destacan la capacidad de absorción de tecnologías emergentes, la gestión de la complejidad y la capacidad de síntesis (y el
Las habilidades para afrontar los cambios tecnológicos son pensar, vender, dar operatividad a los relatos, aprender y respetarse
Dentro de una década habrá más máquinas, pero las empresas que tengan habilidades para pensar de forma
inteligente no les deben tener miedo alguno necesario pensamiento crítico para no confundir una síntesis con un resumen). Sin síntesis, el abismo de la parálisis por análisis es inevitable. Las máquinas cuidarán del big data, pero las personas le añadiremos el small data y la síntesis. Las habilidades que hacen referencia a la relación entre las personas son las más abundantes siempre y también son más clásicas: comunicación, empoderamiento, evitar la desmotivación, negociación, gestión de conflictos y todo lo que tiene que ver con la autenticidad de los propósitos constituyentes. Las habilidades que permiten la innovación presentan una importancia creciente: la creatividad, la empatía con el cliente y el sentido emprendedor como base de la capacidad de construir oportunidades. Finalmente, aparecen con fuerza las habilidades vinculadas a la agilidad: la capacidad de tomar decisiones en la incertidumbre, la gestión del tiempo y una nueva habilidad que parece cada vez más necesaria, la capacidad de concentración. Empresas y personas sólo somos consistentes si abordamos sin excusas las necesidades de adaptación. La consistencia es la suma de resultados y adaptación. Sin duda, la transición que deberemos abordar supondrá un desarrollo de nuevas habilidades. Hemos enumerado algunas, pero deberán fundamentarse en unas sólidas habilidades básicas ( core skills) sin las cuales, lo mejor que podemos aportar las personas ante esta nueva suma de inteligencias se diluiría. Para mí las cinco skills básicas son: pensar, vender, dar operatividad a los relatos, aprender y respetarse. En un mundo cambiante y complejo necesitamos líderes que piensen y que duden (no nos fiemos de aquellos que ante tanta complejidad no dudan). Pero necesitamos que además escriban y decidan. De la gente que no escribe no podemos saber si piensa. Y me refiero a escribir, no a mandar tuits o watsaps. Pensar es la base de la estrategia y de la innovación. Pensar como hábito. Papel en blanco. Esquemas que fijen la fugacidad de las ideas. Pros y contras.
En todas las empresas la gente que vende come aparte. Vender con margen es la base de lo demás, no nos engañemos. Hay muchas cosas después de la venta, pero sin la venta no hay nada. Las aplicaciones inteligentes cambiarán los contextos de la venta, afinarán los esfuerzos comerciales, pero la habilidad de cerrar un buen acuerdo es perpetua. Vender es cerrar el trato, y vender muy bien es cerrarlo de tal modo que permita una cadena de buenos tratos.
Dar operatividad al relato. Es la habilidad de los doers. Sin ellos todo sería aspiracional. Los discursos acompañan, pero los hechos, las operaciones, los productos, los servicios, son la narrativa definitiva. Los relatos sin operación son humo.
El aprender y el desaprender son la base de la adaptación y el motor del crecimiento de las personas y las corporaciones. Aprender tiene que ver con transformación.
Y finalmente, crear respeto. La capacidad de tejer relaciones positivas. De crear empresas donde el propósito empieza con el respeto a los demás, ya sea cliente, compañero, jefe o subordinado. Crear relaciones de respeto es la base de cualquier crecimiento sostenible. El respeto es lo que hace que las empresas sean diversas y estén alineadas. El respeto es lo que permite crear el sentido de pertenencia. El respeto es lo que queda cuando te vas.
En el 2030 habrá más máquinas, incluso algunas serán inteligentes de verdad. Pero las empresas que tengan gente que piense, que venda, que sea operativa, que aprenda y que se respete creo que no deben tener ningún miedo de la inteligencia artificial. De lo que hay que tener miedo es de la falta de inteligencia natural.