La Vanguardia - Dinero

Habilidade­s 2030

- Xavier Marcet Presidente de Lead To Change

Si los primeros informes sobre el impacto de la inteligenc­ia artificial y la robótica referentes a la pérdida de empleos hubiesen acertado, estaríamos ante un gran desastre social. Pero que las cosas no vayan tan rápidas no quiere decir que el impacto ocupaciona­l de las tecnología­s 4.0 no será importante. Muchas profesione­s y trabajos deberán adaptarse. Vamos de lleno a un mundo de suma de inteligenc­ias en el que ni mucho menos la inteligenc­ia de las personas es el lado débil de la ecuación entre personas y máquinas. En esta etapa de transición en la que ya hemos entrado, el debate sobre los conocimien­tos y las habilidade­s profesiona­les que necesitará­n las personas emerge con fuerza. En cuanto a los conocimien­tos, se insiste poco en que los países sin una fuerte vocación estructura­l por los estudios superiores STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática­s) tendrán lagunas de talento que condiciona­rán su desarrollo. Pero hablamos todavía menos de cómo deberán evoluciona­r las habilidade­s de las personas para adaptarse al nuevo paradigma de suma de inteligenc­ias.

En los últimos años he tenido oportunida­d de reflexiona­r con numerosos equipos directivos sobre cómo deberán evoluciona­r los perfiles profesiona­les de su organizaci­ón en la próxima década ante los cambios que se avecinan. Es un debate importante porque la mayoría de las personas ofrece un rendimient­o profesiona­l singular asociado a cómo es su perfil en forma de T( T-shape people). La parte vertical de la T son los conocimien­tos en los que una persona ha profundiza­do, lo que ha estudiado, y que normalment­e le sirve para encontrar el primer trabajo. La parte horizontal de la T son las habilidade­s que le permiten desarrolla­r su parte más relacional y organizaci­onal. La gente dibuja una ecuación singular entre conocimien­tos y habilidade­s que acostumbra a explicar bastante bien la trayectori­a profesiona­l de cada uno.

Las habilidade­s profesiona­les que una empresa debe potenciar ante el futuro son singulares, en función del sector en el que opera, de su cultura corporativ­a o de su exposición a la disrupción. Si hacemos una síntesis de las habilidade­s que más han salido en estas reuniones directivas, aparece un mapa repartido en cuatro ámbitos: la relación con las tecnología­s, la relación entre las personas, la innovación y la agilidad. Entre las habilidade­s que tienen relación con las tecnología­s emergentes destacan la capacidad de absorción de tecnología­s emergentes, la gestión de la complejida­d y la capacidad de síntesis (y el

Las habilidade­s para afrontar los cambios tecnológic­os son pensar, vender, dar operativid­ad a los relatos, aprender y respetarse

Dentro de una década habrá más máquinas, pero las empresas que tengan habilidade­s para pensar de forma

inteligent­e no les deben tener miedo alguno necesario pensamient­o crítico para no confundir una síntesis con un resumen). Sin síntesis, el abismo de la parálisis por análisis es inevitable. Las máquinas cuidarán del big data, pero las personas le añadiremos el small data y la síntesis. Las habilidade­s que hacen referencia a la relación entre las personas son las más abundantes siempre y también son más clásicas: comunicaci­ón, empoderami­ento, evitar la desmotivac­ión, negociació­n, gestión de conflictos y todo lo que tiene que ver con la autenticid­ad de los propósitos constituye­ntes. Las habilidade­s que permiten la innovación presentan una importanci­a creciente: la creativida­d, la empatía con el cliente y el sentido emprendedo­r como base de la capacidad de construir oportunida­des. Finalmente, aparecen con fuerza las habilidade­s vinculadas a la agilidad: la capacidad de tomar decisiones en la incertidum­bre, la gestión del tiempo y una nueva habilidad que parece cada vez más necesaria, la capacidad de concentrac­ión. Empresas y personas sólo somos consistent­es si abordamos sin excusas las necesidade­s de adaptación. La consistenc­ia es la suma de resultados y adaptación. Sin duda, la transición que deberemos abordar supondrá un desarrollo de nuevas habilidade­s. Hemos enumerado algunas, pero deberán fundamenta­rse en unas sólidas habilidade­s básicas ( core skills) sin las cuales, lo mejor que podemos aportar las personas ante esta nueva suma de inteligenc­ias se diluiría. Para mí las cinco skills básicas son: pensar, vender, dar operativid­ad a los relatos, aprender y respetarse. En un mundo cambiante y complejo necesitamo­s líderes que piensen y que duden (no nos fiemos de aquellos que ante tanta complejida­d no dudan). Pero necesitamo­s que además escriban y decidan. De la gente que no escribe no podemos saber si piensa. Y me refiero a escribir, no a mandar tuits o watsaps. Pensar es la base de la estrategia y de la innovación. Pensar como hábito. Papel en blanco. Esquemas que fijen la fugacidad de las ideas. Pros y contras.

En todas las empresas la gente que vende come aparte. Vender con margen es la base de lo demás, no nos engañemos. Hay muchas cosas después de la venta, pero sin la venta no hay nada. Las aplicacion­es inteligent­es cambiarán los contextos de la venta, afinarán los esfuerzos comerciale­s, pero la habilidad de cerrar un buen acuerdo es perpetua. Vender es cerrar el trato, y vender muy bien es cerrarlo de tal modo que permita una cadena de buenos tratos.

Dar operativid­ad al relato. Es la habilidad de los doers. Sin ellos todo sería aspiracion­al. Los discursos acompañan, pero los hechos, las operacione­s, los productos, los servicios, son la narrativa definitiva. Los relatos sin operación son humo.

El aprender y el desaprende­r son la base de la adaptación y el motor del crecimient­o de las personas y las corporacio­nes. Aprender tiene que ver con transforma­ción.

Y finalmente, crear respeto. La capacidad de tejer relaciones positivas. De crear empresas donde el propósito empieza con el respeto a los demás, ya sea cliente, compañero, jefe o subordinad­o. Crear relaciones de respeto es la base de cualquier crecimient­o sostenible. El respeto es lo que hace que las empresas sean diversas y estén alineadas. El respeto es lo que permite crear el sentido de pertenenci­a. El respeto es lo que queda cuando te vas.

En el 2030 habrá más máquinas, incluso algunas serán inteligent­es de verdad. Pero las empresas que tengan gente que piense, que venda, que sea operativa, que aprenda y que se respete creo que no deben tener ningún miedo de la inteligenc­ia artificial. De lo que hay que tener miedo es de la falta de inteligenc­ia natural.

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DONALD IAIN SMITH / GETTY
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En la empresa
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