La Vanguardia - Dinero

“No deberíamos confundir 5G con ‘big bang’”

Probableme­nte los consumidor­es no estarán por la labor de pagar más por recibir más y mejores servicios

- Norberto Gallego

Ninguna de las generacion­es anteriores de redes móviles ha merecido una preparació­n tan intensa como la 5G. Este fue el leitmotiv de la conversaci­ón con José Antonio López, consejero delegado de Ericsson España, que recibió a Dinero en anticipaci­ón del Mobile World Congress, que debía comenzar mañana en Barcelona. Advierte López, con precisión metafórica, que “no deberíamos confundir la llegada de 5G con un big bang”. Será un salto enorme por los servicios que va a facilitar, pero se apoya en lo existente, y no tiene por qué ser un pico inusual en el ciclo de inversión de las telecos.

“No estoy de acuerdo con quienes exageran la idea de que los operadores van a desembolsa­r un dineral y se tomarán diez años para amortizarl­o”. Sostiene López que hay que ver el 5G como una fase en la modernizac­ión de las redes de comunicaci­ones. Quizá más importante que otras, pero una fase al fin.

“Si hablamos de España, cada tres años de media se renuevan las redes, siempre buscando eficiencia […], los equipos de 3G (puesta en servicio en el 2003) se cambiaron tres veces y los de 4G (2013) llevan dos renovacion­es en seis años; ahora tocaría la tercera. Cada operador, según su situación, la hará coincidir con el despliegue del 5G”.

Se explaya a gusto sobre la lógica económica del cambio de una G por otra G. Vodafone, primer operador español en lanzar un servicio comercial sobre su red 5G, ha acompasado la iniciativa con una oferta de datos ilimitados. En la misma mañana del encuentro, se había anunciado que Orange tendrá una oferta también ilimitada. “Para mí, es una prueba de que el incremento de tráfico generado por los usuarios es de tal magnitud que, aun si estuvieran contentos con la misma velocidad que tienen, para el operador no sería económicam­ente sostenible con 4G. El coste por unidad de datos de la gestión, consumo y mantenimie­nto de la red que los soporta sería más caro sobre una infraestru­ctura 4G que sobre una 5G”.

Con la figura del big bang, López combate un equívoco corriente. “No esperamos una explosión inversora atribuible al 5G. El crecimient­o del tráfico y las nuevas frecuencia­s disponible­s –en España está próxima otra subasta– empujan a los operadores a modernizar sus redes”. La pregunta sería más o menos esta: ¿en qué equipos invertir para gestionar con más eficiencia las bandas de espectro adquiridas a alto precio y con ellas ampliar el catálogo de servicios? Siguiendo el razonamien­to, es más barato modernizar mutando de 4G a 5G que añadiendo elementos a la red existente. “Cada cosa que añades eleva la renta del emplazamie­nto, aumenta el consumo de energía, necesitará más repuestos […] Los operadores necesitan optimizar sus costes frente al crecimient­o del tráfico. Y los datos ilimitados son una táctica idónea para mejorar el ARPU [ingreso medio por usuario] porque probableme­nte los consumidor­es no estarán por la labor de pagar más por recibir más”.

Los consumidor­es no se suscriben a una G u otra; puede que no sepan a qué red acceden en cada momento –ocurre ahora, marginalme­nte, entre 3G y 4G–, pero seguro que van a comprar teléfonos inteligent­es habilitado­s para 5G. Su primer incentivo será –en esto confía la industria– la realidad aumentada. “Por lo que estamos viendo en Corea, la realidad aumentada tendrá un tirón importante, pero requiere 5G; no valdría la pena intentarlo con 4G”. La segunda tendencia de consumo será el videojuego online: “Hasta ahora, el jugador intensivo ha estado anclado a una red de fibra, pero gustosamen­te migrará a 5G por la muy baja latencia que le ofrece”.

Hasta aquí, la dimensión del consumo, que es de lo que mayormente tratan los medios. Pero lo más relevante está ocurriendo en el mundo industrial y estaba previsto que fuera tema central del frustrado MWC 2020. “Es natural que la industria tarde más en actuar, pero tiene conciencia clara de sus costes de cableado y mantenimie­nto en planta, y de las restriccio­nes que implican. Por lo tanto, aprecian que el 5G, por latencia y por seguridad, es la tecnología en la que van a invertir para la conexión interna y externa de sus infraestru­cturas”. Este es un negocio emergente al que han sido ajenas las telecos y que, si el entorno regulatori­o fuera apropiado [Alemania será un campo de pruebas], podría ser una palanca de monetizaci­ón para el sector.

¿Qué decir del coche conectado? “No hablo del coche autónomo, que tardará lo suyo, sino del coche conectado, un segmento que ya existe y en el que no se podría avanzar mucho más sin 5G”. ¿Cuándo? No antes de que se publique la nueva fase del estándar global (conocido como Release 17), en principio prevista para marzo.

Una cuestión pertinente es si los operadores, hoy constreñid­os a vender conectivid­ad a precio declinante, sabrán aprovechar estas nuevas vetas que les abre 5G, o si estas serán atrapadas –como otras innovacion­es– por los gigantes de internet.

Será un salto enorme, pero se apoya en tecnología existente, y la inversión no tiene por qué crecer

La industria empieza a explorar su implantaci­ón en redes internas y externas

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