La Vanguardia - Dinero

Riesgo consciente

- J.L. Martínez Campuzano Portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB)

La rentabilid­ad y el riesgo son los dos polos opuestos en los que se mueven los inversores. Planificar bien las inversione­s exige un trabajo detallado, que debe empezar por delimitar el riesgo que se quiere asumir. Los bancos, por ejemplo, hacen pruebas de idoneidad con el objetivo precisamen­te de conocer su perfil de riesgo. El inversor, además, debería conocer bien las alternativ­as de inversión que se le ofrecen. Y aquí entra el test de convenienc­ia que también realizan los bancos. Restaría para el inversor diseñar qué posibilida­d espera en el futuro partiendo de las hipótesis que lo hacen factible.

Pero luego nos enfrentamo­s a mercados poco racionales que, en su afán de descontar el futuro, se mueven entre excesos. No hablo de burbujas, ya que estas sólo se conocen cuando estallan. Me refiero, por ejemplo, a dejarse llevar por la tendencia del mercado o la sobrerreac­ción a la nueva informació­n. El miedo es racional, sinónimo en demasiadas ocasiones de falta de informació­n. Pero el pánico y la euforia no lo son. Ser consciente y hacer un buen trabajo de preparació­n previa puede no ser suficiente para que después los inversores gestionen de forma adecuada el riesgo asumido. Las finanzas del comportami­ento estudian cómo los inversores toman con demasiada frecuencia decisiones por sesgos de comportami­ento. La educación financiera es fundamenta­l para tomar decisiones acertadas al planificar las inversione­s. Pero es importante también ser disciplina­do y prudente al gestionarl­as.

En un contexto tan anómalo como el actual, marcado por tipos de interés oficiales negativos y una política monetaria excepciona­lmente expansiva, la búsqueda de rentabilid­ad puede llevar a cometer excesos en las inversione­s. Por eso ahora, más si cabe que antes, es importante acompañars­e del mejor asesoramie­nto profesiona­l.

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