Sanciones inauditas

Sería muy interesante que algún aficionado al motor bien informado pudiera dedicar su tiempo libre a recopilar la interminable lista de curiosidades relacionadas con el pernicioso universo de las sanciones de tráfico. Que conste, este artículo no pretende poner en duda la efectividad de las multas a modo de reflejos condicionados, o sea, como elementos capaces de modificar la conducta de los conductores para adaptarla a los dictados del reglamento de circulación. En esta ocasión, se trata de poner en la palestra un ejemplo inaudito, en el que paga los platos rotos quien menos culpa tiene.

Durante una conversación de amigos que trataba sobre situaciones absurdas relacionadas con el tráfico, se puso sobre la mesa el caso de un conductor que recibió atónito una multa insospechada. El agente correspondiente indicó que el motivo de la sanción era circular por un túnel sin haber encendido los faros. Ante tal requerimiento, el protagonista de la infracción indicó que su coche estaba dotado con sistema de encendido automático de luces y que lo llevaba permanentemente conectado.

Lo más probable es que ambos tuvieran razón, puesto que las primeras generaciones de este ingenio conectan los faros con bastante retraso al detectar oscuridad. Pero lo malo del caso es que le tocó pagar la sanción a quien menos culpa tenía. Lo suyo hubiera sido que el agente comprobara la lentitud de respuesta del mecanismo y, si fuera pertinente, sancionara al fabricante del automóvil infractor como responsable.