‘Big tech’ y banca tradicional
Amazon bate su propio récord de facturación y anuncia unos ingresos para el 2019 de 285.522 millones de dólares, lo que le otorga estar en el selecto grupo de empresas con una capitalización por encima del billón de dólares. En 25 años, Amazon ha ido aumentando su oferta de productos y servicios, y su objetivo, tal como lo describía Jeff Bezos, es “permitir a los consumidores descubrir en la red todo lo que quieran comprar”. Pues bien, una de las actividades piloto que lanzó en el 2011 fue Amazon Lending. Tiene como objetivo ofrecer, en EE. UU. y el Reino Unido, préstamos de pequeña cuantía a proveedores que venden sus productos a través de su página web. El conocimiento que tiene de su historial de ventas y otras métricas no financieras, a partir de sus inmensas bases de datos, le permite supuestamente sacar conclusiones sobre la capacidad de sus prestatarios para devolver los préstamos concedidos.
Parecía un negocio fácil, pero lo cierto es que, transcurridos nueve años, las cifras operativas han sido modestas. Así, al cierre de 2019, la financiación concedida a sus proveedores externos ascendía a tan sólo 863 millones de dólares. ¿Por qué una big tech como Amazon no ha dado un salto cuantitativo en el sector financiero? En primer lugar, la barrera que supone asumir riesgos financieros. Esto implica que debe someterse a los mecanismos de supervisión y a la normativa reguladora propia del sector aplicando la máxima de “igual regulación para igual riesgo”. Sin duda una restricción notable. En segundo, la falta de visión global de la solvencia del prestatario. Desconoce sus antecedentes crediticios y de solvencia. Amazon sólo dispone de su historial de ventas, a pesar de que la nueva regulación PSd2 les permitiría tener acceso a los datos de clientes de los bancos, pero únicamente teniendo su autorización.
Hace unas semanas, Goldman Sachs y Amazon anunciaban un principio de acuerdo para ofrecer préstamos conjuntamente a sus clientes estadounidenses. Su colaboración permitirá, además de diversificar sus ingresos, fusionar el conocimiento que Goldman tiene del sector financiero con la plataforma tecnológica, sus datos y su capacidad para extraer valor de ellos, que aporta Amazon. Hay otros ejemplos de alianzas comerciales (o estratégicas) de otras big tech con el sector financiero, como Google, Apple y Airbnb.
¿Este tipo de alianzas puede ser una oportunidad para la banca tradicional y diluir así sus temores a la competencia que puede suponer la incursión en el sector de las tecnológicas? La rigurosidad en el cumplimiento de las regulaciones bancarias y la mejora del servicio al cliente podrían ser tan sólo unos ejemplos de la puesta en valor que este tipo de alianzas generaría.