El coronavirus y el gasto sanitario
“Los errores son siempre iniciales” (Cesare Pavese). Hasta diciembre del 2019, los dirigentes democráticos mundiales creyeron que era necesario tener la OTAN para defendernos de Rusia (antes la URSS). Desde el 2017, el presidente Trump insistió en que los países miembros debían gastar más, porque Estados Unidos pagaba el 70,1% del presupuesto de armas y militares desplegados frente a Rusia. En la cumbre de Gales se estableció años antes que cada nación debía contribuir con el 2% de su PIB. Cuando Rusia se apropió de Crimea hubo algunos ajustes y Noruega dijo que en el 2020 habría llegado a su objetivo de gasto militar.
Clausewitz escribió: “La guerra nunca debe ser un propósito en sí misma”. Tratamos en este artículo de plantear el nuevo mundo al que nos ha conducido el coronavirus. Ahora tenemos un enemigo invisible y es más letal que miles de divisiones acorazadas. Algunos gastaron sumas incalculables en guerras absurdas que provocaron muerte, millones de refugiados y destrucción. Existen estimaciones sobre el coste de la de Irak: costó más que la Gran Recesión del 20082013. Y no se cuentan las víctimas civiles y militares, porque la vida no es valorable; es para vivirla. Si hubiéramos gastado una parte de nuestros presupuestos en investigación científica (biología, bioquímica, epidemiología y sanidad en general), acabar hoy con el coronavirus podría ser una cuestión de días, sin víctimas ni daños colaterales.
Trump, bajo su lema de “América primero”, concibió un mundo de relaciones bilaterales. Y dijo que para él los tres grandes enemigos de Estados Unidos eran la Unión Europea, la OTAN y la Organización Mundial del Comercio. Favoreció el Brexit, despreció las contribuciones de la UE a la OTAN, rechazó los tribunales de arbitraje que regían el comercio mundial y amenazó a todos con aranceles punitivos. Y con esos propósitos rompió la economía global. Lo hizo primero con un inusitado ataque a China, pero salpicó a todo el mundo. Lo dijo Shakespeare: “Lo que empieza mal termina peor”.
El coronavirus usó menos recursos. Le bastó el contagio de una parte de la población de la ciudad de Wuhan (China) y luego contagió con la rapidez de un relámpago a buena parte de la población mundial, aunque en proporciones variables según la calidad de los sistemas sanitarios y la habilidad de los dirigentes. ¿Cómo nos recuperaremos de esta pandemia de proporciones bíblicas? Algunos de los que queden con vida pueden perder sus puestos de trabajo; las naciones quedarán endeudadas y sumidas en una profunda depresión. Y desconocemos si en otoño recibiremos otro ataque, pues no sabemos si el coronavirus es estacional.
Prioridades Si hubiéramos invertido en investigación científica, acabar hoy con el coronavirus podría ser una cuestión de días y sin víctimas