Donaciones y coronavirus
Todos vivimos en medio de la emergencia de la Covid-19, que ha originado reacciones de solidaridad y apoyo mutuo inimaginables hace sólo unas semanas. Buena parte de estas reacciones han sido de la sociedad civil, en grupos de WhatsApp, escaleras de vecinos y barrios. Con aplausos o cantando en una azotea, ha querido agradecer la paciencia de todos y la dedicación de los profesionales de los hospitales que se desviven para salvar a nuestros padres y amigos.
Esta reacción ha tenido también su respuesta formal traducida en donaciones a hospitales y centros de investigación, acuciados por la falta de recursos. La captación de donaciones por parte de los hospitales y centros de I+D era ya una actividad incipiente derivada de una demanda, la del paciente agradecido: las donaciones como una manera de agradecer el trato humano y la buena atención, pero también un reconocimiento al papel de la ciencia en nuestras vidas.
La emergencia de la Covid-19, comparada con el tsumani del 2006 o con el huracán Mitch que en 1998 asoló Centroamérica, tiene una característica única y extraordinaria: por primera vez, las víctimas de la pandemia y los donantes somos los mismos. Todos queremos dar lo que podamos para mejorar la falta de recursos de un sistema de salud en una situación de estrés extremo y afectado por los recortes.
Hospitales y centros de investigación son los grandes receptores de estas donaciones, la mayoría procedentes de fundaciones y empresas, de grandes fortunas, jugadores de fútbol y algunos famosos. Y, sin duda, de cientos de miles de ciudadanos que han hecho su donación de 50 a 100 euros de media, muchos de ellos por primera vez. Confinados en casa hemos hecho algo poco habitual para la mayoría: realizar una donación por internet.
En conjunto, las estimaciones de todas las donaciones durante las tres últimas semanas son de más de 180 millones de euros en metálico y unos 250 en especias, una cantidad sencillamente extraordinaria, sólo explicable porque la emergencia ocurre en casa. La mayoría de los recursos, a diferencia de otras emergencias, proceden de las empresas, en dinero y de múltiples maneras: aportando conocimiento como en el caso de Seat, camas, comida, capacidad logística, de producción y de sensibilización. Es una reacción que va más allá de la responsabilidad social para situarse en la protección de lo más importante para la empresa: las personas, los clientes, los proveedores y sin duda la sociedad en general.
Es difícil intuir qué aprenderemos de esta crisis, pero está claro que las donaciones a hospitales e investigación han venido para quedarse y ocupar el lugar destacado que ya tienen en muchos países europeos.
Arraigo Las donaciones a hospitales e investigación han venido para quedarse y ocupar el lugar destacado que ya tienen en otros países