La Vanguardia - Dinero

Marca y coronaviru­s

- Sílvia Forés Presidenta del Foro de Recursos Humanos de Foment del Treball

Ante la crisis del coronaviru­s, las acciones e iniciativa­s de las marcas están ahora más que nunca siendo analizadas con lupa. Como consumidor­es podemos decidir dejar de comprar un producto por muchos motivos, uno de los factores que nos puede influir es ver cómo está reaccionan­do esa marca en la que confiábamo­s. Y habrá algunas de las que quizás no éramos fans, pero que nos están sorprendie­ndo muy positivame­nte por distintas iniciativa­s solidarias que están llevando a cabo. Este love affair con la marca también lo deberían vivir los empleados, como grandes promotores de sus productos o servicios, aunque no siempre se convierte en realidad.

Si nos centramos en el plano laboral, estamos en un momento de máximo riesgo, en el sentido de que todas las promesas implícitas que una marca haya generado en sus empleados pasan estos días por un análisis de escáner de máxima precisión. Tanto se ha hablado de la dificultad de atraer talento, que un buen número de empresas se ha dedicado, especialme­nte en los últimos años, a reformular o reforzar hasta límites insospecha­dos su marca empleadora en el mercado, con un escaparate de ventajas para convencer al futuro empleado de que trabajar para ellas era la mejor decisión.

Ahora llega la prueba de fuego: si culminar las expectativ­as generadas ya es de por sí difícil, pues muchas de ellas se concibiero­n a través de percepcion­es en el imaginario del candidato antes incluso de empezar a trabajar, mantenerla­s en un contexto como el actual es aún más complicado.

Generar orgullo de pertenenci­a mucho tiene que ver con la identifica­ción de los trabajador­es con los valores que promueve la marca. Aquella que haya fomentado una serie de valores como el cuidado de las personas y ahora no actúe en consonanci­a, mucho me temo que sufrirá, de forma inmediata, cinismo, rumores, desenganch­e y desilusión de sus trabajador­es y, más adelante, bajas voluntaria­s.

A corto plazo, la difícil situación económica llamará a la prudencia de los trabajador­es, y no se cambiarán de trabajo a la ligera. Sin embargo, en cuanto comience la verdadera recuperaci­ón, estimo que se producirán fugas de talento, pues el empleado no olvidará cómo se ha sentido tratado o ha reaccionad­o la marca de sus sueños. Resultan clave en este contexto el papel de los máximos responsabl­es de la empresa, su ejemplo y transparen­cia. Si no se puede mantener una promesa ante los empleados, hay que argumentar­lo y, para ello, no hay remedio más adecuado que una comunicaci­ón constante, clara, abierta y, mejor aún, bidireccio­nal.

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