El nuevo entorno poscoronavirus
La pandemia de la Covid-19 ha cogido a todo el mundo por sorpresa. Hemos descubierto que los humanos, que nos creemos poderosos, somos frágiles . El coronavirus nos ha abocado a una crisis económica colosal. El FMI estima que la producción, el comercio y la economía mundial disminuirán hasta cotas nunca vistas, provocando un desastre económico y social, posiblemente de mayor envergadura que la crisis del año 1929. En la UE y en España la bajada económica, el cierre de empresas y el aumento del paro son aterradores. Por suerte, las instituciones monetarias internacionales y los gobiernos, para frenar el virus y evitar que la economía se hunda, han decidido insuflar enormes cifras de financiación en el mercado, empresas y familias. Los países más industriales, el G-7, destinarán de entrada siete billones de dólares.
La pandemia afectará profundamente a la sociedad, sus costumbres y modelo de consumo. Habremos descubierto la necesidad de tener gobiernos socialmente sensibles y dar un mayor protagonismo del sector público que en situaciones de emergencia puede destinar recursos para apoyar a personas y empresas. En España el sistema público de salud ha dado un gran ejemplo. Habrá que repensar la globalización, especialmente la financiera , y el dumping social, en los cuales se tendrá que poner límites. La UE tiene que huir de políticas proteccionistas, pero tiene que proteger sectores y empresas estratégicas, básicamente privadas, que garanticen disponer de los productos básicos en caso de emergencia. Destacaríamos los sectores alimentarios, sanitarios, energéticos, digitales y de comunicaciones. También para evitar eventualmente que se rompa la cadena de suministro de industrias esenciales se tendrá que facilitar la vuelta de empresas manufactureras auxiliares que se deslocalizaron.
Ahora la cuestión inmediato es evitar que las crisis sanitaria y económica se agraven. Se tiene que dar todo el apoyo que haga falta a empresas, autónomos y familias para reactivar la actividad económica. Estas medidas nos llevarán un enorme déficit y endeudamiento, que una vez la situación se serene tendremos que ver cómo reducimos sin frenar la economía, ni degradar la cohesión social. También estaremos más sensibilizados ante los problemas globales, como ahora, el calentamiento del planeta, la transición energética, las migraciones, o la creciente desigualdad, a los cuales sólo se les puede hacer frente teniendo una visión planetaria.
Saldremos más pobres y más endeudados, pero humanamente más ricos y fortalecidos. Tendremos la oportunidad de repensar la manera de vivir y el modelo de sociedad. Si todos aceptan que hace falta esfuerzo, sacrificio, y solidaridad, conseguiremos vivir en una sociedad de progreso y bienestar más justa y fuerte para encarar los retos del futuro.