De esto no me toca ocuparme
Hemos vivido (y estamos viviendo) unas semanas imprevisibles desde el punto de vista competencial. Vivíamos en un mundo aproximadamente estable, con sus idas y venidas, con sus reestructuraciones y cambios organizativos a veces, pero donde había una cierta previsibilidad.
La Covid, el teletrabajo, los desplazamientos a canales de venta online, la digitalización, la aceleración de procesos, la puesta en tela de juicio de los modelos de negocio y tantas otras cosas han propiciado que, de la noche a la mañana, el rol de los profesionales en las empresas se haya convertido en algo tan indefinido como cambiante. Los ERTE han sido un factor añadido. Con un porcentaje de la plantilla en suspensión de empleo, gran cantidad de tareas han tenido que ser reasignadas a quienes permanecían en activo. Ha sucedido en grandes empresas y en pequeñas.
Han aparecido nuevos problemas inesperados, nuevas responsabilidades no asignadas que, además, cambiaban (y cambian) de semana en semana. Jefes que han de arremangarse para cubrir el trabajo que no sale; mandos intermedios que han de asumir responsabilidades de directores; directores generales que suplen al de recursos humanos; directores financieros que suplen a directores generales sobrepasados por la gestión de personas; incluso los últimos en la jerarquía han tenido la oportunidad, si así lo deseaban, de adquirir nuevas funciones, de que se les asignase aquello que nunca acababa de serles confiado. Son semanas de grandes oportunidades laborales, de demostrar.
Las personas que han seguido viviendo del “esto debería hacerlo otro”, “esto no son mis funciones”, “de esto se me dijo que no me ocuparía”... son las que no han entendido nada de nada. Y han quedado en evidencia. Durante las maniobras militares todos son valientes; pero cuando se entra en combate se sabe con quién realmente se cuenta y con quién no. La gestión de empresas durante estas semanas ha sido un combate total, de los de cuerpo a cuerpo, de los de trincheras, como los de la Primera Guerra Mundial. Y se ha visto muy claramente quién está dispuesto a ser flexible por la empresa y quién ha ido con la lista de funciones por delante.
Una cualidad esencial de las empresas para salir adelante de esta gran crisis va a ser la flexibilidad y la adaptación, la predisposición. Y eso apela de forma directa a las personas. El “de esto no me toca ocuparme” ha muerto. El “qué más puedo hacer” es el nuevo rey de las competencias transversales y la única y auténtica actitud ante el trabajo que las empresas necesitan para superar la mayor crisis de los dos últimos siglos.