Basquiat, en privado
‘Boy and Dog in a Johnnypump’
Hace tres años, las portadas de los medios generalistas se hicieron eco de la extraordinaria venta de un Basquiat en Sotheby’s Nueva York por la astronómica cifra de 110,5 millones de dólares. Tras una larga pugna al teléfono, la casa de subastas había adjudicado una impactante pintura de 1982 a un desconocido y joven millonario japonés, Yusuky Maezawa. En cuestión de horas se convirtió en una celebridad dentro de este mercado.
En pleno confinamiento por la pandemia y sin hacer mucho ruido, ha trascendido la venta de otro Basquiat de 1982, uno de los años más codiciados en la trayectoria del artista. Se sabía que la ha vendido por más de 100 millones de dólares obra, Boy and Dog in a Johnnypump, era propiedad del magnate y coleccionista Peter Brant. Fue una newsletter sobre la industria del arte, Baer Faxt, quien destapó la transacción privada, aunque no identificó la obra. Tuvo que ser Bloomberg quien, días más tarde, confirmase que el fundador de Citadel, Ken Griffin, patrono de grandes museos americanos, era quien la había adquirido por algo más de 100 millones. Ante la filtración, a Griffin no le quedó más remedio que confirmarlo, añadiendo que la mayoría de sus obras están colgadas en museos para deleite del público. Todo esto corrobora que la opacidad de este mercado evita que trasciendan muchas de las grandes ventas que se cierran en la más estricta confidencialidad.
Esta semana, en un recién abierto Macba, observaba los tres Basquiat de la exposición Un siglo breve y no podía dejar de pensar en las críticas que recibió la compra que hizo la Generalitat cuando, en 1983, los adquirió al galerista barcelonés Salvador Riera junto a otras 1.700 piezas por las que pagó 2.000 millones de pesetas. Eso impidió que se pudieran materializar otras muchas compras durante años, pero viendo los precios actuales de los Basquiat, todo hace pensar que la compra no salió tan cara como parecía.