Con financiación europea
Varias investigaciones en renovables y eficiencia en curso marcan el camino hacia una economía baja en carbono
Más allá de la crisis: energía limpia para la recuperación y el crecimiento ecológico. Este es el lema bajo el que se ha celebrado este año la Semana de la Energía Sostenible, organizada por la Comisión Europea. La energía, en todas sus vertientes (renovables, eficiencia, almacenamiento, movilidad...), es uno de los pilares del plan de recuperación verde. Para que ilumine la recuperación es preciso apostar e invertir en ella, también en las fases más tempranas, cuando los avances se encuentran aún en el laboratorio.
“España, y tampoco Europa en general, no destaca por sus investigaciones en el ámbito de la energía”, reconoce Rosa Palacín, investigadora del CSIC en el Institut de Ciència de Materials de Barcelona. Esto no significa que no se estén llevando a cabo proyectos interesantes y de resultados prometedores. Francia acoge, por ejemplo, el que es considerado uno de los proyectos energéticos más ambiciosos del mundo, el Iter. Desde 1985, un total de 35 países colaboran en la construcción de un reactor de fusión nuclear que pueda imitar las condiciones de las estrellas para conseguir una energía limpia, segura e ilimitada.
Mientras la fusión no sea una opción real, las esperanzas están puestas en renovables como la eólica y la solar. Ambas son ya competitivas, pero sólo generan luz cuando hace viento o sol, lo que obliga a almacenar el sobrante de energía para poder consumirlo cuando no se produce electricidad suficiente.
“El almacenamiento es hoy por hoy uno de los grandes retos para aumentar la penetración de las renovables y aportar flexibilidad al sistema eléctrico”, advierte Palacín. La investigadora del CSIC lidera el proyecto Carbat, que propone baterías recargables a base de calcio.
Una de las grandes esperanzas en almacenamiento es el hidrógeno. Para impulsar las investigaciones centradas en este vector energético, la Comisión Europea destinará hasta 30.000 millones de euros durante los próximos diez años en I+D+i.
“Otro de los grandes motores es el transporte o movilidad”, señala Joan Ramon Morante, profesor del Institut de Recerca en Energia de Catalunya (Irec). Son varios los candidatos a substituir a los productos derivados del petróleo. Para el tráfico rodado de pequeñas dimensiones, los esfuerzos se destinan a la electrificación con baterías. En el caso de camiones, autobuses, trenes, embarcaciones marítimas o aviones, las esperanzas están puestas en soluciones como el hidrógeno o los gases renovables y sintéticos.
También se estudia cómo convertir el dióxido de carbono (CO ) procedente de fuentes industriales en combustible de transporte para su uso directo en motores de avión, sin necesidad de transformaciones, utilizando sólo electricidad renovable y vapor de agua. Este es el reto que plantea eCOCO2, un proyecto coordinado desde el Instituto de Tecnología Química (ITQCSIC).
No menos importantes son los avances en autoconsumo energético. Morante destaca los proyectos que investigan fórmulas para integrar la energía solar fotovoltaica en elementos arquitectónicos. Porque el cambio empieza en casa, como rezaba el eslogan de la Semana de la Energía Sostenible en Catalunya. Un evento que, por primera vez, se ha tenido que celebrar también desde casa a causa de la pandemia de coronavirus
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) participa en más de 40 investigaciones internacionales en el campo de la energía sostenible. Proyectos que van desde el desarrollo de baterías recargables a base de calcio, a sistemas de captura de CO , pasando por la gestión de residuos o el uso de nanoarquitecturas 3D.