El futuro del capitalismo
El ascenso del capitalismo autoritario chino compite con un capitalismo liberal que ha roto su contrato social
Por primera vez en la historia todo el planeta funciona según los mismos principios económicos: los del capitalismo, que en el pasado siempre coexistió con otras formas de organización de la producción: la caza, la esclavitud, la servidumbre o la producción de mercancías por pequeños artesanos o agricultores. Un capitalismo que facilita a nivel internacional el intercambio de mercancías y el movimiento de capitales y mano de obra y tiene tendencia a expandirse. Por eso cuando más se desarrolló la globalización fue entre las guerras napoleónicas y la Primera Guerra Mundial, cuando dominó en gran medida. Y de nuevo la globalización actual coincide con el éxito más absoluto del capitalismo.
El correlato ideológico de este triunfo es que el lucro no solo es respetable, sino que es el objetivo más importante de la vida hoy en todo el mundo. La alineación de los objetivos de los individuos con los del sistema es un enorme éxito del capitalismo, señala Branko Milanovic, que fue economista principal del Departamento de Investigación del Banco Mundial. Y que ahora publica Capitalismo, nada más. Un libro en el que recuerda que el dominio del mundo del capitalismo se ha logrado con dos tipos distintos: el meritocrático de Occidente de los últimos 200 años y el capitalismo político o autoritario dirigido por el Estado y ejemplificado hoy por China, Singapur, Vietnam o Rusia.
Un capitalismo autoritario que en
CAPITALISMO, NADA MÁS Branko Milanovic Taurus. Madrid, 2020 366 p. | Papel 23,90 € |
e-book, 10,99 €
las últimas décadas ha reducido la brecha con Occidente, devolviendo a China a antes de la gran divergencia que creó la revolución industrial. Las tecnologías de la información han facilitado el ascenso chino y que sea un modelo para muchos países y para gente que se siente perdedora de la globalización.
En esta competición entre capitalismo autoritario y liberal, el primero es más atractivo para las élites del mundo, les proporciona más autonomía, y para mucha gente corriente por el gran crecimiento continuo que promete. El liberal tiene como ventaja la democracia y la ley, que favorecen la innovación y la movilidad social. Pero hoy, dice, esas bases se resquebrajan por una clase alta empeñada en perpetuarse.
El austero protestantismo fomentó la capacidad de trabajo y ahorro de los capitalistas, y mientras emplearon la mayor parte del excedente en inversión, el contrato social aguantó. Hoy eso se ha roto y cómo evolucione el capitalismo global dependerá del área liberal: de si es capaz de avanzar hacia un capitalismo popular con menor concentración de las rentas de capital y menor desigualdad de renta, lo que se podría lograr con impuestos y escuelas de más calidad. Si no, podría haber una evolución hacia un capitalismo plutocrático compatible con los intereses de las nuevas élites liberales que sería cada vez más similar al chino: en uno la economía controlaría la política y en el otro al revés, pero para que permanezcan las élites. Por cierto, señala Milanovic, no cabe olvidar que en el anterior apogeo del capitalismo llegó la Gran Guerra, impulsada por el imperialismo, consecuencia a su vez de la gran disparidad de rentas.
Si el mundo liberal no disminuye la desigualdad podría ir hacia un capitalismo plutocrático