Sin mirar atrás
La economía mundial sufrirá en el 2020 la mayor recesión en los últimos 100 años. Según las últimas previsiones del FMI, la crisis de la Covid-19 costará a la economía mundial más de 12.500 millones de dólares, con una caída del crecimiento cercana al 5%. Una semana antes, la OCDE situaba esta caída en el 6,5%, y lo que es peor, colocaba a nuestro país a la cola de los desarrollados, con una caída prevista de la actividad del 11,8%.
No es momento, sin embargo, de mirar atrás, sino de construir para la recuperación. El futuro pasa por que podamos recibir las ayudas necesarias de nuestros socios europeos para salir de esta recesión lo antes posible. Habrá dinero de Europa, probablemente en gran medida vía transferencias (y no préstamos, lo que agravaría la losa de nuestra deuda). Lo que no sabemos es cuál será el volumen de este Fondo de Reconstrucción, cómo se repartirá y, sobre todo, qué exigencias traerá consigo. A la espera de la trascendental reunión del Consejo Europeo de mediados de julio, lo que sí podemos tener por seguro es que habrá condiciones.
No las miremos como un control, sino más bien como una oportunidad de preparar a nuestro país para el futuro. Europa nos va exigir presentar un plan de recuperación con objetivos concretos, sobre todo ligados a la transición ecológica, a avanzar en la carrera por la digitalización, a apoyar proyectos de I+D, a mejorar nuestra sanidad y a modernizar nuestro turismo. Todo ello unido a un estricto control fiscal y a una monitorización del gasto ineficiente. Objetivos exigentes, pero no novedosos. Si aprovechamos bien el dinero de Europa, pueden ser alcanzables.
El riesgo, terminar gastando este dinero en proyectos ineficientes, perder el carro de la modernización y con ello, el atractivo de nuestro país como destino de la inversión y del turismo. Algo que no nos podemos permitir.
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