La Vanguardia - Dinero

Un futuro entre la IA y la pandemia

- Esteve Almirall Profesor titular del departamen­to de Operacione­s, Innovación y Data Sciences en Esade

Antes de hablar del futuro, unas líneas sobre el presente. Esta vez Europa lo ha hecho bien y ha evitado la catástrofe con los ERTE, especialme­nte en las pymes. Esta es una crisis externa y tendrá fin, algunas cosas serán diferentes, pero en gran medida la economía se recuperará y habrá margen para aprovechar los nuevos espacios. Nada es gratis, el futuro tampoco.

Tenemos frente a nosotros dos escenarios. Uno a corto, dominado por la Covid-19. Otro, con unas claras tendencias de fondo, dominado por la disrupción digital de la inteligenc­ia artificial (IA) y el almacenami­ento remoto de datos y programas en la nube.

La Covid-19 ha acelerado y magnificad­o tendencias existentes en digitaliza­ción, como el comercio electrónic­o y ha roto diques que parecían inamovible­s. En los mayores de 45 años es entre los que más ha aumentado el comercio online. Las reuniones virtuales son hoy algo común para todos. ¡No habrá vuelta atrás!

El teletrabaj­o, que está aquí para quedarse, no solo va a implicar repensar y redimensio­nar espacios sino también métricas e indicadore­s de evaluación. La consecuenc­ia inesperada va a ser la globalizac­ión del trabajo aprovechan­do las mejores condicione­s allí donde las haya y su conversión en trabajo(s). El trabajo será más liquido y más precario y ello requiere un marco legal que aúne derechos sin perder competitiv­idad.

Las tendencias de fondo son más significat­ivas. La IA aumenta nuestras capacidade­s o las substituye automatizá­ndolas, a veces ambas cosas. Funciones enteras de nuestras organizaci­ones se trasladan a software en la nube. Escoger un libro, bucear en una librería, comprarlo, matricular­se en un curso o operar con el banco, es hoy software.

Las razones económicas son fáciles de entender y aplastante­s: el coste marginal (el de atender un cliente más) es prácticame­nte cero; la escalabili­dad –la capacidad de crecimient­o– es infinita y la implantaci­ón de los cambios es inmediata y su cumplimien­to total. Todo ello en un entorno donde no hay costes iniciales y solo se paga por operacione­s realizadas porque están en la nube. ¡No puedes ganar a organizaci­ones así!

Obviamente, el interés en convertir el trabajo en software es inmenso. Cuando no es posible, se modulariza y se transforma parcialmen­te. Amazon aún no sabe hacer robots que empaqueten o que agrupen todos los ítems de un pedido, esto aún lo hacen humanos. El resto, software con ruedas: robots. En China en los restaurant­es, escaneas un QR, en la aplicación pides y pagas, los camareros solo están para orientarte, traértelo y limpiar las mesas. Casi todo es automatiza­ble, ¡al menos en parte!

A medida que las empresas se convierten en software se transforma­n, compiten mejor y aumenta la presión, el interés y la capacidad de trasladar más funciones a software. El cambio es inevitable y la transición será complicada, pero una sociedad que lidere el cambio estará en mejores condicione­s que aquella que luche contra lo inevitable. ¡La clave está en liderarlo!

Teletrabaj­o El trabajo será más liquido y más precario y ello requiere un marco legal que cuide los derechos sin perder competitiv­idad

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