Un futuro entre la IA y la pandemia
Antes de hablar del futuro, unas líneas sobre el presente. Esta vez Europa lo ha hecho bien y ha evitado la catástrofe con los ERTE, especialmente en las pymes. Esta es una crisis externa y tendrá fin, algunas cosas serán diferentes, pero en gran medida la economía se recuperará y habrá margen para aprovechar los nuevos espacios. Nada es gratis, el futuro tampoco.
Tenemos frente a nosotros dos escenarios. Uno a corto, dominado por la Covid-19. Otro, con unas claras tendencias de fondo, dominado por la disrupción digital de la inteligencia artificial (IA) y el almacenamiento remoto de datos y programas en la nube.
La Covid-19 ha acelerado y magnificado tendencias existentes en digitalización, como el comercio electrónico y ha roto diques que parecían inamovibles. En los mayores de 45 años es entre los que más ha aumentado el comercio online. Las reuniones virtuales son hoy algo común para todos. ¡No habrá vuelta atrás!
El teletrabajo, que está aquí para quedarse, no solo va a implicar repensar y redimensionar espacios sino también métricas e indicadores de evaluación. La consecuencia inesperada va a ser la globalización del trabajo aprovechando las mejores condiciones allí donde las haya y su conversión en trabajo(s). El trabajo será más liquido y más precario y ello requiere un marco legal que aúne derechos sin perder competitividad.
Las tendencias de fondo son más significativas. La IA aumenta nuestras capacidades o las substituye automatizándolas, a veces ambas cosas. Funciones enteras de nuestras organizaciones se trasladan a software en la nube. Escoger un libro, bucear en una librería, comprarlo, matricularse en un curso o operar con el banco, es hoy software.
Las razones económicas son fáciles de entender y aplastantes: el coste marginal (el de atender un cliente más) es prácticamente cero; la escalabilidad –la capacidad de crecimiento– es infinita y la implantación de los cambios es inmediata y su cumplimiento total. Todo ello en un entorno donde no hay costes iniciales y solo se paga por operaciones realizadas porque están en la nube. ¡No puedes ganar a organizaciones así!
Obviamente, el interés en convertir el trabajo en software es inmenso. Cuando no es posible, se modulariza y se transforma parcialmente. Amazon aún no sabe hacer robots que empaqueten o que agrupen todos los ítems de un pedido, esto aún lo hacen humanos. El resto, software con ruedas: robots. En China en los restaurantes, escaneas un QR, en la aplicación pides y pagas, los camareros solo están para orientarte, traértelo y limpiar las mesas. Casi todo es automatizable, ¡al menos en parte!
A medida que las empresas se convierten en software se transforman, compiten mejor y aumenta la presión, el interés y la capacidad de trasladar más funciones a software. El cambio es inevitable y la transición será complicada, pero una sociedad que lidere el cambio estará en mejores condiciones que aquella que luche contra lo inevitable. ¡La clave está en liderarlo!
Teletrabajo El trabajo será más liquido y más precario y ello requiere un marco legal que cuide los derechos sin perder competitividad