Museos ocultos
Uno puede decir que la mayor concentración de obras maestras está custodiada en los grandes museos y sus almacenes. Pero debería añadir: sin olvidarnos de las que hay ocultas en esos almacenes especiales que funcionan como puertos francos para obras de arte y que, repartidos por puntos estratégicos del globo, dan cobertura y seguridad a coleccionistas, inversores y agentes profesionales.
Se trata, en definitiva, de unas modernas construcciones que, pasando totalmente desapercibidas como lo haría un banquero suizo, permiten a sus propietarios tenerlas almacenadas sin liquidar todavía los impuestos, a la espera de las transacciones finales. Obras de todo tipo y especialmente obras de gran valor en búnkeres con salas para un impecable visionado privado y confidencial.
La crisis provocada por la pandemia está afectando no solo a los agentes que operan en este mercado, sino también al conjunto de empresas que conforman toda la industria del arte. Esta semana hemos sabido que Arcis, uno de estos almacenes de última generación que abrió hace solo dos años en la ciudad de Nueva York, cierra ahora definitivamente sus puertas.
Ubicado en pleno Harlem y propiedad de Carye Equities, su construcción costó entre 40 y 50 millones de dólares. Se rumoreaba que sus servicios eran algo caros, pero el que se preciaba de ser el más high-tech de todos estos almacenes, con lectores de iris, escáneres vasculares y demás mecanismos de seguridad de última generación –más propios de una película de James Bond que de un almacén de arte al uso–, ha sucumbido a la bajada transcurre en un sofisticado y discreto almacén de obras de arte
de tráfico del mercado que ha traído consigo la pandemia.
Estos Free Trade Zone, o FTZ, como se les conoce por sus siglas en inglés, si bien no son exclusivos de la industria artística, sí que se han visto siempre en el sector como un coladero para la evasión fiscal y demás fraudes en que se usan obras de arte. Quienes defienden un mercado del arte más transparente abogan por su supresión, argumentando además que la intención de los artistas nunca fue que sus obras estuvieran encerradas, a veces durante años, sin que el público en general las pudiera contemplar.