El error de Rato
Uno de los grandes errores de Rodrigo Rato fue echar marcha atrás en la fusión de CaixaBank con Bankia en el 2011. Se equivocó gravemente, unos meses después Bankia fue intervenida y él terminó en la cárcel. Ahora la operación se repite, pero con una década de retraso. Se ha perdido un tiempo precioso para haberse convertido en un gran banco europeo. ra designar a su futuro presidente y éste nunca sería un político de Madrid.
Cuando el ex director gerente del FMI vio que Mariano Rajoy nombraba a dos de sus colaboradores como Luis de Guindos como ministro de Economía y Cristóbal Montoro de Hacienda pensó que sería mejor seguir solo, ya que le arreglarían los quebrantos.
Sin embargo, en esta ocasión el factor político no ha estado encima de la mesa. Tras la declaración unilateral de independencia y el cambio de sede de La Caixa junto con otras 4.000 grandes empresas catalanas ya no existía marcha atrás. La antigua caja de pensiones catalana había empezado su lento pero inexorable camino para convertirse en uno de los grandes bancos del continente.
Ahora lo que sí se plantea es el plazo en que el Estado saldrá del capital de la nueva entidad fusionada. Es decir, cuándo venderá su participación en el capital para recuperar una pequeña parte de los 23.300 millones de euros que recibió de las arcas públicas para sanearse. No parece de recibo es que su primer accionista siga siendo juez y parte. El que fije las normas y el principal beneficiario en el reparto de dividendos.
Además, desaparecería la tentación del vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, de influir en la política de créditos o del propio Pedro Sánchez de favorecer determinadas operaciones que le pudieran convenir. Para evitar tentaciones de todo tipo lo mas sensato sería una despolitización total de CaixaBank como ha venido pasando hasta ahora.